miércoles, 29 de octubre de 2008

Cristo Rey

« Ergo Rex es tu? Tu dixisti…Sed Regnum deum non est de hoc mundo » (Ioan. 18 : 33-36)

Por el Padre Leonardo Castellani

El año 1925, accediendo a una solicitud firmada por más de ochocientos obispos, el Papa Pío XI instituyó para toda la Iglesia la festividad de Cristo Rey , fijada en el último domingo del mes de octubre.

Esta nueva invocación de Cristo, nueva y sin embargo tan antigua como la Iglesia, tuvo muy pronto sus mártires, en la persecución que la masonería y el judaísmo desataron en Méjico, con la ayuda de un imperialismo extranjero: sacerdotes, soldados, jóvenes de Acción Católica y aun mujeres que murieron al grito de “¡Viva Cristo Rey !”

Esta proclamación del poder de Cristo sobre las naciones se hacía contra el llamado liberalismo. El liberalismo es una peligrosa herejía moderna que proclama la libertad y toma su nombre de ella.
La libertad es un gran bien que, como todos los grandes bienes, sólo Dios puede dar; y el liberalismo lo busca fuera de Dios; y de ese modo sólo llega a falsificaciones de la libertad.
Liberales fueron los que en el pasado siglo rompieron con la Iglesia, maltrataron al Papa y quisieron edificar naciones sin contar con Cristo. Son hombres que desconocen la perversidad profunda del corazón humano, la necesidad de una redención, y en el fondo, el dominio universal de Dios sobre todas las cosas, como Principio y como Fin de todas ellas, incluso las sociedades humanas.
Ellos son los que dicen: “Hay que dejar libres a todos”, sin ver que el que deja libre a un malhechor es cómplice del malhechor; “Hay que respetar todas las opiniones”, sin ver que el que respeta las opiniones falsas es un falsario; “La religión es un asunto privado”, sin ver que, siendo el hombre naturalmente social, si la religión no tiene nada que ver con lo social, entonces no sirve para nada, ni siquiera para lo privado.
Contra este pernicioso error, la Iglesia arbola hoy la siguiente verdad de fe: Cristo es Rey, por tres títulos, cada uno de ellos de sobra suficiente para conferirle un verdadero poder sobre los hombres.
Es Rey por título de nacimiento, por ser el Hijo Verdadero de Dios Omnipotente, Creador de todas las cosas; es Rey por titulo de mérito, por ser el Hombre más excelente que ha existido ni existirá, y es Rey por titulo de conquista, por haber salvado con su doctrina y su sangre a la Humanidad de la esclavitud del pecado y del infierno.
Me diréis vosotros: eso está muy bien, pero es un ideal y no una realidad. Eso será en la otra vida o en un tiempo muy remoto de los nuestros; pero hoy día... Los que mandan hoy día no son los mansos, como Cristo, sino los violentos; no son los pobres, sino los que tienen plata; no son los católicos, sino los masones. Nadie hace caso al Papa, ese anciano vestido de blanco que no hace más que mandarse proclamas llenas de sabiduría, pero que nadie obedece. Y el mar de sangre en que se está revolviendo Europa, ¿concuerda acaso con ningún reinado de Cristo?
La respuesta a esta duda está en la respuesta de Cristo a Pilatos, cuando le preguntó dos veces si realmente se tenía por Rey. “Mi Peino no procede de este mundo”. No es como los reinos temporales, que se ganan y sustentan con la mentira y la violencia; y en todo caso, aun cuando sean legítimos y rectos, tienen fines temporales y están mechados y limitados por la inevitable imperfección humana.
Rey de verdad, de paz y de amor, su Reino procedente de la Gracia reina invisiblemente en los corazones, y eso tiene más duración que los imperios. Su Reino no surge de aquí abajo, sino que baja de ahí arriba; pero eso no quiere decir que sea una mera alegoría, o un reino invisible de espíritus.

Dice que no es de aquí, pero no dice que no está aquí. Dice que no es carnal, pero no dice que no es real. Dice que es reino de almas, pero no quiere decir reino de fantasmas, sine reino de hombres. No es indiferente aceptarlo o no, y es supremamente peligroso rebelarse contra El.
Porque Europa se rebeló contra El en estos últimos tiempos, Europa y con ella el mundo todo se halla hoy día en un desorden que parece no tener compostura, y que sin El no tiene compostura…
Mis hermanos: porque Europa rechazó la reyecía de Jesucristo, actualmente no puede parar en ella ni Rey ni Roque. Cuando Napoleón I, que fue uno de los varones —y el más grande de todos— que quisieron arreglar a Europa sin contar con Jesucristo, se ciñó en Milán la corona de hierro de Carlomagno, cuentan que dijo estas palabras: “Dios me la dio, nadie me la quitará”.
Palabras que a nadie se aplican más que a Cristo. La corona de Cristo es más fuerte, es una corona de espinas. La púrpura real de Cristo no se destiñe, está bañada en sangre viva. Y la caña que le pusieron por burla en las manos, se convierte de tiempo en tiempo, cuando el mundo cree que puede volver a burlarse de Cristo, en un barrote de hierro. “Et reges eos in virga férrea” (Los regirá con vara de hierro).
Veamos la demostración de esta verdad de fe, que la Santa Madre Iglesia nos propone a creer y venerar en la fiesta del último domingo del mes de la primavera, llamando en nuestro auxilio a la Sagrada Escritura , a la Teología y a la Filosofía, y ante todo a la Santísima Virgen Nuestra Señora con un avemaría.

Los cuatro Evangelistas ponen la pregunta de Pilatos y la respuesta afirmativa de Cristo:
“— ¿Tú eres el Rey de los judíos?”
“— Yo lo soy”.
¿Qué clase de rey será éste, sin ejércitos, sin palacios, atadas las manos, impotente y humillado?, debe de haber pensado Pilatos.
San Juan, en su capítulo XVIII, pone el diálogo completo con Pilatos, que responde a esta pregunta:Entró en el Pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
“¿Tu eres el Rey de los Judíos?”
Respondió Jesús: “¿Eso lo preguntas de por ti mismo, o te lo dijeron otros?”
Respondió Pilatos “¿Acaso yo soy judío? Tu gente y los pontífices te han entregado. ¿Qué has hecho?”.
Respondió Jesús, ya satisfecho acerca del sentido de la pregunta del gobernador romano, al cual maliciosamente los judíos le habían hecho temer que Jesús era uno de tantos intrigantes, ambiciosos de poder político: “Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera mi reino, Yo tendría ejércitos, mi gente lucharía por Mí para que no cayera en manos de mis enemigos. Pero es que mi Reino no es de aquí”.

Es decir, su Reino tiene su principio en el cielo, es un Reino espiritual que no viene a derrocar al César, como Pilatos teme, ni a pelear por fuerza de armas contra los reinos vecinos, como desean los judíos.
El no dice que este Reino suyo, que han predicho los profetas, no esté en este mundo; no dice que sea un puro reino invisible de espíritus, es un reino de hombres; El dice que no proviene de este mundo, que su principio y su fin está más arriba y más abajo de las cosas inventadas por el hombre.El profeta Daniel, resumiendo los dichos de toda una serie de profetas, dijo que después de los cuatro grandes reinos que aparecerían en el Mediterráneo, el reino de la Leona, del Oso, del Leopardo y de la Bestia Poderosa , aparecería el Reino de los Santos, que duraría para siempre. Ese es su Reino...
Esa clase de reinos espirituales no los entendía Pilatos, ni le daban cuidado. Sin embargo, preguntó de nuevo, quizá irónicamente:
“—Entonces, ¿te afirmas en que eres Rey?”.Respondió Jesús tranquilamente: “—Sí, lo soy —y añadió después mirándolo cara a cara—; yo para eso nací y para eso vine al mundo, para dar testimonio de la Verdad. Todo el que es de la Verdad oye mi voz”.
Dijo Pilatos: “— ¿Qué es la Verdad?”
Y sin esperar respuesta, salió a los judíos y les dijo: “—Yo no le veo culpa”.
Pero ellos gritaron: “—Todo el que se hace Rey, es enemigo del César. Si lo sueltas a éste, vas en contra del César”.
He aquí solemnemente afirmada por Cristo su realeza, al fin de su carrera, delante de un tribunal, a riesgo y costa de su vida; y a esto le llama El dar testimonio de la Verdad, y afirma que su Vida no tiene otro objeto que éste.
Y le costó la vida, salieron con la suya los que dijeron: “No queremos a éste por Rey, no tenemos más Rey que el César”; pero en lo alto de la Cruz donde murió este Rey rechazado, había un letrero en tres lenguas, hebrea, griega y latina, que decía: “Jesús Nazareno Rey de los Judíos”; y hoy día, en todas las iglesias del mundo y en todas las lenguas conocidas, a 2.000 años de distancia de aquella afirmación formidable: “Yo soy Rey”, miles y miles de seres humanos proclaman junto con nosotros su fe en e1 Reino de Cristo y la obediencia de sus corazones a su Corazón Divino.

Por encima del clamor de la batalla en que se destrozan los humanos, en medio de la confusión y de las nubes de mentiras y engaños en que vivimos, oprimidos los corazones por las tribulaciones del mundo y las tribulaciones propias, la Iglesia Católica , imperecedero Reino de Cristo, está de pie para dar como su Divino Maestro testimonio de Verdad y para defender esa Verdad por encima de todo.
Por encima del tumulto y de la polvareda, con los ojos fijos en la Cruz, firme en su experiencia de veinte siglos, segura de su porvenir profetizado, lista para soportar la prueba y la lucha en la esperanza cierta del triunfo, la Iglesia, con su sola presencia y con su silencio mismo, está diciendo a todos los Caifás, Herodes y Pilatos del mundo que aquella palabra de su divino Fundador no ha sido vana.
En el primer libro de las Visiones de Daniel, cuenta el profeta que vio cuatro Bestias disformes y misteriosas que, saliendo del mar, se sucedían y destruían una a la otra; y después de eso vio a manera de un Hijo del Hombre que viniendo de sobre las nubes del cielo se llegaba al trono de Dios; y le presentaron a Dios, y Dios le dio el Poderío, el Honor y el Reinado, y todos los pueblos, tribus y lenguas le servirán, y su poder será poder eterno que no se quitará, y su reino no se acabará.
Entonces me llegué lleno de espanto —dice Daniel— a uno de los presentes, y le pregunté la verdad de todo eso. Y me dijo la interpretación de la figura: “Estas cuatro bestias magnas son cuatro Grandes Imperios que se levantarán en la tierra [a saber, Babilonia, Persia, Grecia y Roma, según estiman los intérpretes], y después recibirán el Reino los santos del Dios altísimo y obtendrán el reino por siglos y por siglos de siglos”.
Esta palabra misteriosa, pronunciada 500 años antes de Cristo, no fue olvidada por los judíos. Cuando Juan Bautista empieza a predicar en las riberas del Jordán: “Haced penitencia, que está cerca el Reino de Dios”, todo ese pequeño pueblo comprendido entre el Mediterráneo, el Líbano, el Tiberíades y el Sinaí resonaba con las palabras de Gran Rey, Hijo de David, Reino de Dios. Las setenta semanas de años que Daniel había predicho entre el cautiverio de Babilonia y la llegada del Salvador del Mundo, se estaban acabando; y los profetas habían precisado de antemano, en una serie de recitados enigmáticos, una gran cantidad de rasgos de su vida y su persona, desde su nacimiento en Belén hasta su ignominiosa muerte en Jerusalén.
Entonces aparece en medio de ellos ese joven doctor impetuoso, que cura enfermos y resucita muertos, a quien el Bautista reconoce y los fariseos desconocen, el cual se pone a explicar metódicamente en qué consiste el Reino de Dios, a desengañar ilusos, a reprender poderosos, a juntar discípulos, a instituir entre ellos una autoridad, a formar una pequeña e insignificante sociedad, más pequeña que un grano de mostaza, y a prometer a esa Sociedad, por medio de hermosísimas parábolas y de profecías deslumbradoras, los más inesperados privilegios: durará por todos los siglos — se difundirá par todas las naciones — abarcará todas las razas — el que entre en ella, estará salvado — el que la rechace, estará perdido — el que la combata, se estrellará contra ella — lo que ella ate en la tierra será atado en el cielo, y lo que ella desate en la tierra será desatado en el cielo.

Y un día, en las puertas de Cafarnaúm, aquel Varón extraordinario, el más modesto y el más pretencioso de cuantos han vivido en este mundo, después de obtener de sus rudos discípulos el reconocimiento de que él era el “Ungido”, el “Rey”, y más aún, el mismo “Hijo Verdadero de Dios vivo”, se dirigió al discípulo que había hablado en nombre de todos y solemnemente le dijo: “Y Yo a ti te digo que tú eres Kefá, que significa piedra, y sobre esta piedra Yo levantaré mi Iglesia, y los poderes infernales no prevalecerán contra ella y te daré las llaves del Reino de los Cielos. Y Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”.
Y desde entonces, viose algo único en el mundo: esa pequeña Sociedad fue creciendo y durando, y nada ha podido vencerla, nada ha podido hundirla, nadie ha podido matarla. Mataron a su Fundador, mataron a todos sus primeros jefes, mataron a miles de sus miembros durante las diez grandes persecuciones que la esperaban al salir mismo de su cuna; y muchísimas veces dijeron que la habían matado a ella, cantaron victoria sus enemigos, las fuerzas del mal, las Puertas del Infierno, la debilidad, la pasión, la malicia humana, los poderes tiránicos, las plebes idiotizadas y tumultuantes, los entendimientos corrompidos, todo lo que en el mundo tira hacia abajo, se arrastra y se revuelca (la corrupción de la carne y la soberbia del espíritu aguijoneados por los invisibles espíritus de las tinieblas); todo ese peso de la mortalidad y la corrupción humana que obedece al Angel Caído, cantó victoria muchas veces y dijo: “Se acabó la Iglesia”.

El siglo pasado, no más, los hombres de Europa más brillantes, cuyos nombres andaban en boca de todos, decían: “Se acabó la Iglesia, murió el Catolicismo”. ¿Dónde están ellos ahora?
Y la Iglesia, durante veinte siglos, con grandes altibajos y sacudones, por cierto, como la barquilla del Pescador Pedro, pero infalible irrefragablemente, ha ido creciendo en número y extendiéndose en el mundo; y todo cuanto hay de hermoso y de grande en el mundo actual se le debe a ella; y todas las personas más decentes, útiles y preclaras que ha conocido la tierra han sido sus hijos; y cuando perdía un pueblo, conquistaba una Nación; y cuando perdía una Nación, Dios le daba un Imperio; y cuando se desgajaba de ella media Europa, Dios descubría para ella un Mundo Nuevo; y cuando sus hijos ingratos, creyéndose ricos y seguros, la repudiaban y abandonaban y la hacían llorar en su soledad y clamar inútilmente en su paciencia...; cuando decían: “Ya somos ricos y poderosos y sanos y fuertes y adultos, y no necesitamos nodriza”, entonces se oía en los aires la voz de una trompeta, y tres jinetes siniestros se abatían sobre la tierra: uno en un caballo rojo, cuyo nombre es La Guerra; otro en un caballo negro, cuyo nombre es El Hambre; otro en un caballo bayo, cuyo nombre es La Persecución Final ; y los tres no pueden ser vencidos sino por Aquel que va sobre el caballo blanco, al cual le ha sido dada la espada para que venza, y que tiene escrito en el pecho y en la orla de su vestido: “Rey de Reyes y Senor de Dominantes”.
El Mundo Moderno, que renegó la reyecía de su Rey Eterno y Señor Universal, como consecuencia directa y demostrable de ello se ve ahora empantanado en un atolladero y castigado por los tres últimos caballos del Apocalipsis; y entonces le echa la culpa a Cristo.
Acabo de oír por Radio Excelsior una poesía de un tal Alejandro Flores, aunque mediocre, bastante vistosa, llamada Oración de este Siglo a Cristo, en que expresa justamente esto: se queja de la guerra, se espanta de la crisis (racionamiento de nafta), dice que Cristo es impotente, que su “sueño de paz y de amor” ha fracasado, y le pide que vuelva de nuevo al mundo, pero no a ser crucificado.El pobre miope no ve que Cristo está volviendo en estos momentos al mundo, pero está volviendo como Rey — ¿o qué se ha pensado él que es un Rey?—; está volviendo de Ezrah, donde pisó el lagar El solo con los vestidos salpicados de rojo, como lo pintaron los profetas, y tiene en la mano el bieldo y la segur para limpiar su heredad y para podar su viña. ¿O se ha pensado él que Jesucristo es una reina de juegos florales?

Y ésta es la respuesta a los que hoy día se escandalizan de la impotencia del Cristianismo y de la gran desolación espiritual y material que reina en la tierra. Creen que la guerra actual es una gran desobediencia a Cristo, y en consecuencia dudan de que Cristo sea realmente Rey, como dudó Pilatos, viéndole atado e impotente. Pero la guerra actual no es una gran desobediencia a Cristo: es la consecuencia de una gran desobediencia, es el castigo de una gran desobediencia y — consolémonos— es la preparación de una gran obediencia y de una gran restauración del Reino de Cristo. “Porque se me subleven una parte de mis súbditos, Yo no dejo de ser Rey mientras conserve el poder de castigarlos”, dice Cristo.

En la última parábola que San Lucas cuenta, antes de la Pasión, está prenunciado eso: “Semejante es el Reino de los cielos a un Rey que fue a hacerse cargo de un Reino que le tocaba por herencia. Y algunos de sus vasallos le mandaron embajada, diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros. Y cuando se hizo cargo del Reino, mandó que le trajeran aquellos sublevados y les dieran muerte en su presencia”.
Eso contó Nuestro Señor Jesucristo hablando de si mismo; y cuando lo contó, no se parecía mucho a esos cristos melosos, de melena rubia, de sonrisita triste y de ojos acaramelados que algunos pintan. Es un Rey de paz, es un Rey de amor, de verdad, de mansedumbre, de dulzura para los que le quieren; pero es Rey verdadero para todos, aunque no le quieran, ¡y tanto peor para el que no le quiera!
Los hombres y los pueblos podrán rechazar la llamada amorosa del Corazón de Cristo y escupir contra el cielo; pero no pueden cambiar la naturaleza de las cosas. El hombre es un ser dependiente, y si no depende de quien debe, dependerá de quien no debe; si no quiere por dueño a Cristo, tendrá el demonio por dueño. “No podéis servir a Dios y a las riquezas”, dijo Cristo, y el mundo moderno es el ejemplo lamentable: no quiso reconocer a Dios como dueño, y cayó bajo el dominio de Plutón, el demonio de las riquezas.
En su encíclica Quadragesimo Anno, el Papa Pío XI describe de este modo la condición del mundo de hoy, desde que el Protestantismo y el Liberalismo lo alejaron del regazo materno de la Iglesia, y decidme vosotros si el retrato es exagerado: “La libre concurrencia se destruyó a sí misma; al libre cambio ha sucedido una dictadura económica. El hambre y sed de lucro ha suscitado una desenfrenada ambición de dominar. Toda la vida económica se ha vuelto horriblemente dura, implacable, cruel. Injusticia y miseria. De una parte, una inmensa cantidad de proletarios; de otra, un pequeño número de ricos provistos de inmensos recursos, lo cual prueba con evidencia que las riquezas creadas en tanta copia por el industrialismo moderno no se hallan bien repartidas”.
El mismo Carlos Marx, patriarca del socialismo moderno, pone el principio del moderno capitalismo en el Renacimiento, es decir, cuando comienza el gran movimiento de desobediencia a la Iglesia; y añora el judío ateo los tiempos de la Edad Media , en que el artesano era dueño de sus medios de producción, en que los gremios amparaban al obrero, en que el comercio tenía por objeto el cambio y la distribución de los productos y no el lucro y el dividendo, y en que no estaba aún esclavizado al dinero para darle una fecundidad monstruosa. Añora aquel tiempo, que si no fue un Paraíso Terrenal, por lo menos no fue una Babel como ahora, porque los hombres no habían recusado la Reyecía de Jesucristo.

Los males que hoy sufrimos, tienen, pues, raíz vieja; pero consolémonos, porque ya está cerca el jardinero con el hacha. Estamos al fin de un proceso morboso que ha durado cuatro siglos.
Vosotros sabéis que en el llamado Renacimiento había un veneno de paganismo, sensualismo y descreimiento que se desparramó por toda Europa, próspera entonces y cargada de bienestar como un cuerpo pletórico. Ese veneno fue el fermento del Protestantismo; “rebelión de los ricos contra los pobres”, como lo llamó Belloc, que rompió la unidad de la Iglesia, negó el Reino Visible de Cristo, dijo que Cristo fue un predicador y un moralista, y no un Rey; sometió la religión a los poderes civiles y arrebató a la obediencia del Sumo Pontífice casi la mitad de Europa. Las naciones católicas se replegaron sobre sí mismas en el movimiento que se llamó Contrarreforma, y se ocuparon en evangelizar el Nuevo Mundo, mientras los poderes protestantes inventaban el Puritanismo, el Capitalismo y el Imperialismo.
Entonces empezó a invadir las naciones católicas una a modo de niebla ponzoñosa proveniente de los protestantes, que al fin cuajó en lo que llamamos Liberalismo, el cual a su vez engendró por un lado el Modernismo y por otro el Comunismo.
Entonces fue cuando sonó en el cielo la trompeta de la cólera divina, que nadie dejó de oír; y el Hombre Moderno, que había caído en cinco idolatrías y cinco desobediencias, está siendo probado y purificado ahora por Cinco castigos y cinco penitencias:
Idolatría de la Ciencia, con la cual quiso hacer otra torre de Babel que llegase hasta el cielo; y la ciencia está en estos momentos toda ocupada en construir aviones, bombas y cañones para voltear casas y ciudades y fábricas;
Idolatría de la Libertad, con la cual quiso hacer de cada hombre un pequeño y caprichoso caudillejo; y éste es el momento en que el mundo está lleno de despotismo y los pueblos mismos piden puños fuertes para salir de la confusión que creó esa libertad demente;
Idolatría del Progreso, con el cual creyeron que harían en poco tiempo otro Paraíso Terrenal; y he aquí que el Progreso es el Becerro de Oro que sume a los hombres en la miseria, en la esclavitud, en el odio, en la mentira, en la muerte;
Idolatría de la Carne, a la cual se le pidió el cielo y las delicias del Edén; y la carne del hombre desvestida, exhibida, mimada y adorada, está siendo destrozada, desgarrada y amontonada como estiércol en los campos de batalla;
Idolatría del Placer, con el cual se quiere hacer del mundo un perpetuo Carnaval y convertir a los hombres en chiquilines agitados e irresponsables; y el placer ha creado un mundo de enfermedades, dolencias y torturas que hacen desesperar a todas las facultadas de medicina.

Esto decía no hace mucho tiempo un gran obispo de Italia, el arzobispo de Cremona, a sus fieles.
¿Y nuestro país? ¿Está libre de contagio? ¿Está puro de mancha? ¿Está limpio de pecado? Hay muchos que parecen creerlo así, y viven de una manera enteramente inconsciente, pagana, incristiana, multiplicando los errores, los escándalos, las iniquidades, las injusticias. Es un país tan ancho, tan rico, tan generoso, que aquí no puede pasar nada; queremos estar en paz con todos, vender nuestras cosechas y ganar plata; tenemos gobernantes tan sabios, tan rectos y tan responsables; somos tan democráticos, subimos al gobierno solamente a aquel que lo merece; tenemos escuelas tan lindas; tenemos leyes tan liberales; hay libertad para todo; no hay pena de muerte; si un hombre agarra una criaturita en la calle, la viola, la mata y después la quema, ¡qué se va a hacer, paciencia!; tenemos la prensa más grande del mundo: por diez centavos nos dan doce sábanas de papel llenas de informaciones y de noticias; tenemos la educación artística del pueblo hecha por medio del cine y de la radiotelefonía; ¡qué pueblo más bien educado va a ir saliendo, un pueblo artístico! ¡Qué país, mi amigo, qué país más macanudo!

— ¿Y reina Cristo en este país? — ¿Y cómo no va a reinar? Somos buenos todos. Y si no reina, ¿qué quiere que le hagamos?

Tengo miedo de los grandes castigos colectivos que amenazan nuestros crímenes colectivos. Este país está dormido, y no veo quién lo despierte. Este país está engañado, y no veo quién lo desengañe. Este país está postrado, y no se ve quién va a levantarlo.
Pero este país todavía no ha renegado de Cristo; y sabemos por tanto que hay alguien capaz de levantarlo.
Preparémonos a su Venida y apresuremos su Venida. Podemos ser soldados de un gran Rey; nuestras pobres efímeras vidas pueden unirse a algo grande, algo triunfal, algo absoluto.
Arranquemos de ellas el egoísmo, la molicie, la mezquindad de nuestros pequeños caprichos, ambiciones y fines particulares.
El que pueda hacer caridad, que se sacrifique por su prójimo, o solo, o en su parroquia, o en las Sociedades Vicentinas...
El que pueda hacer apostolado, que ayude a Nuestro Cristo Rey en la Acción Católica o en las Congregaciones…
El que pueda enseñar, que enseñe…
Y el que pueda quebrantar la iniquidad, que la golpee y que la persiga, aunque sea con riesgo de la vida.
Y para eso, purifiquemos cada uno de faltas y de errores nuestra vida. Acudamos a la Inmaculada Madre de Dios, Reina de los Ángeles y de los hombres, para que se digne elegirnos para militar con Cristo, no solamente ofreciendo todas nuestras personas al trabajo, como decía el capitán Ignacio de Loyola, sino también para distinguirnos y señalarnos en esa misma campaña del Reino de Dios contra las fuerzas del Mal, campaña que es el eje de la historia del mundo, sabiendo que nuestro Rey es invencible, que su Reino no tendrá fin, que su triunfo y Venida no está lejos y que su recompensa supera todas las vanidades de este mundo, y más todavía, todo cuanto el ojo vio, el oído oyó y la mente humana pudo soñar de hermoso y de glorioso.

Leonardo Castellani, de su obra “Cristo, ¿vuelve o no vuelve?”.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus

VOLVER a la portada de IEU

lunes, 27 de octubre de 2008

Ya la religion se acaba

(Del Cancionero del Pueblo de Santiago del Estero, siglo XIX)

YA LA RELIGIÓN SE ACABA,
VIRTUDES Y DEVOCIONES;
DAN EL GRITO LAS PASIONES,
ALZA EL CAPRICHO LA ESPADA.

GLOSA

Ya no hay Papa Santo en Roma,
Que nos conceda una gracia;
¡Ay, que terrible desgracia!
Ya no hay rey, ya no hay corona,
Sólo la guerra entona,
Ya no hay virtudes, no hay nada,
Esto es en una palabra:
Ya no hay obispos, no hay curas,
De esto nadie tenga duda,
YA RELIGIÓN SE ACABA.

Ya no hay ley, ya no hay razón,
No hay pasto espiritual,
Hoy mueren como animal
Sin alcanzar confesión,
Luego no hay devoción.
¿Dónde están nuestros pastores?
No hacen ver sus religiones
Ni siquiera una mirada;
Con razón digo se acaban
VIRTUDES y DEVOCIONES.

Con justa razón se quejan
De falta de un religioso,
Porque vienen a negocios
Y no a cuidar sus ovejas.
Ven el templo en ruinas y dejan
Por andar en comisiones,
Fallan sus obligaciones
Faltando a la ley escrita,
Por andar en la política
DAN EL GRITO LAS PASIONES.

Se anuncia en este año ochenta
Dos épocas temerarias,
Con mucha razón desvarían,
El hambre y guerra funesta.
Más rigurosa viene ésta
Que hace víctimas forzosas,
Que mueren miles no es nada
Siendo extraños enemigos,
Pero entre propios y amigos
ALZA EL CAPRICHO LA ESPADA.

Nº 1 EL TEO-FILANTRÓPICO O EL AMIGO DE DIOS y de los hombres.
Martes 16 de Marzo de 1824. (Reproducción facsimilar seleccionada de una página del famoso PADRE CASTAÑEDA, escrita hace casi 200 años, (184 años), pero de palpitante actualidad. Filantrópico cuaderno 1º pág. 17)

Aunque nuestras luces son muy limitadas, nos vemos resuelto a tomar la plaza de escritores, al ver la osadía con que muchos periodistas van minando las máximas incontrovertibles de la Iglesia, y los principios eternos de la moral. En un país católico vemos grasar impunemente el error, y lebantarse doctores atrebidos de la impiedad, que ponen todo su conato en ridiculizar lo más sagrado. Entre tanto el clero es un frío espectador de estos desordenes, y no toma la menor parte en contenerlos. No puede ignorar que en la propagación de estos principios le vá nada menos que su existencia; sin embargo vide entregado á un olbido de lo que ha sucedido en otras partes, y no quiere aprender en la escuela de la experiencia el medio de precaber su ruina. No se han cicatrizado aun las profundas heridas de la falsa filosofía ha abierta a la Iglesia de Francia, y humea la sangre de tantos sacerdotes sacrificados á su furor; en América empiezan á difundirse las mismas doctrinas que ocasionaron aquel trastorno, y una horda de impios trabaja con teson para llebarlas al cabo, y el clero no toma con tiempo sus medidas, ni se pone a la defensiba. ¿Y que se puede pensar de esta conducta extravagante del clero? Juzgarémos que ha capitulado con el espíritu del error? No hay duda que algunos eclesiásticos se hallan muy abenidos con todas las novedades que se quieren introducir; de aquí provienen esas secularizaciones escandalosas de regulares, que mal contentos con su estado, han renunciado á la profesión, á que estaban ligados por votos solemnes; he aquí proviene igualmente aquel calor con que algunos clérigos seculares han sostenido en discusiones públicas las innovaciones, que se han hecho en mil cosas, cuyo origen se pierde en la más remota antigüedad. ¡Venerables sacerotes! Mirad la tormenta que se forma sobre vuestra cabeza; apresuraos á conjurarla. Haced ver á los pueblos las tramas execrables y profundas que preparan contra la religión los discípulos de VOLTAIRE, ROUSEAU, DIDEROT, Y ALEMBERT; de esos monstruos abortados de las entrañas de la tierra para fanatizar las naciones. No temais ser vencidos en la lid, sus armas no son otras que el sarcasmo ridículo y la mentira. ¡Gobernantes americanos! Aprended en la escuela de nuestras desgracias: todos los desastres, sacudimentos y convulsiones horrorosas de nuestros pueblos obra son de esa folifía llena de artificios y seducción. No habiendo religión se rompen los vínculos que unen á los ciudadanos con sus gefes, y á la paz y fraternidad sucede el desorden, la turbación y la discordia, aniquilad esta secta monstruosa, y ver renacer el orden; pero para aniquilar, no es necesario de los rayos, con que ella hace sus estragos; basta deshacer sus prestigios, hacerla atacar en sus principios, manifestar lo absurdo de sus doctrinas y la perversidad de los que la promueben.

LIBERTAD DE LEER

El gran patriarca VOLTAIRE, escribiendo a HELVECIO decía, herid, y ocultad la mano. Nuestro escritor se ha desbiado de esta bella lección, y ha empezado su carrera al público sus arrebatos, y descargando golpes sin discreción y sin delicadeza. Abre su campaña impugnando el auto del prelado diocesano sobre libros prohibidos, y pretendiendo que se dejen correr libremente hasta los del ateismo, y cualquiera producción del espíritu, asi como no se ponen trabas á las producciones de la naturaleza.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus

Diario Pampero nº 85, Córdoba, 27 de octubre de Penthecostés del Año del Señor de 2008, en la Vigilia de los SS SIMÓN y JUDAS, Apósteles.
Imagen del P. Castañeda: Obtenida de http://elbuencombatesanjuan.blogspot.com/

VOLVER a la portada de IEU

miércoles, 22 de octubre de 2008

San Rafael Arcángel - 24 de Octubre


San Rafael Arcángel es uno de los siete espíritus que están siempre delante de Dios, y le ofrecen el incienso de su oración y de la de los hombres. “Cuando tu orabas, dijo San Rafael Arcángel a Tobías, con lágrimas, y enterrabas a los muertos, y te levantabas de la mesa a media comida, y escondías de día los muertos en tu casa, y los enterrabas de noche, yo presentaba tu oración al Señor. Y por lo mismo que acepto a Dios, fue preciso que la tentación te probase”.

TOBÍAS se quedó ciego; pero “la pérdida de la vista, dice SAN AGUSTÍN, fue ocasión de que el venerable anciano recibiese la visita de un médico celestial”. SAN RAFAEL ARCÁNGEL, cuyo nombre significa MEDICINA DE DIOS, fue enviado por Dios, como el ángel agitador del agua de la piscina probática, para curar a TOBÍAS. Indicó al joven TOBÍAS el remedio a propósito para devolver la vista a su padre, le buscó una esposa y ahuyentó al demonio.
“Alabemos con muestras de veneración a todos los príncipes de la corte celestial, y en especial al ARCÁNGEL RAFAEL, médico y compañero fiel, vencedor del demonio. ¡Oh, CRISTO, Rey bondadisímo! Haz que con tal Guarda, el enemigo no nos cause daño alguno”.

“Que el Arcángel RAFAEL, médico de nuestra salvación, nos asista desde el cielo, a fin de que sane nuestras dolencias, y guíe nuestros pasos vacilantes a la verdadera vida”.

Lección del Libro de TOBÍAS 12, 7-15.- Dijo el ÁNGEL RAFAEL a TOBÍAS: Bueno es esconder el secreto del rey, y es también muy loable el revelar y ensalzar las obras de Dios. Buena es la oración con ayuno; y el dar limosna mucho mejor que tener guardados los tesoros de oro. Porque la limosna libra de la muerte, y es la que lava los pecados, y alcanza la misericordia y la vida eterna. MAS LOS QUE COMETEN EL PECADO Y LA INIQUIDAD, SON ENEMIGOS DE SU PROPIA ALMA. Por tanto, voy a manifestaros la verdad, y no quiero encubrirlos lo que hasta ahora ha estado oculto: Cuando orabas con lágrimas, y enterrabas los muertos de noche, yo presentaba tu oración al Señor. Y por lo mismo que eras acepto a Dios, fue preciso que la tentación te probase. Y ahora el Señor me envío para curarte a ti y librar del demonio a SARA, esposa de tu hijo. Porque yo soy el ÁNGEL RAFAEL, uno de los siete que asistimos ante el Señor.

Continuación del S. Evangelio según S. JUAN 5, 1-4.- En aquel tiempo: Era el día de la Fiesta de los judíos, y subió JESÚS a Jerusalén. Y en Jerusalén está la Piscina Próbatica (de las ovejas), que en hebreo se llama Betsaida, el cual tiene cinco pórticos. En éstos, yacían gran multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando el movimiento del agua. Porque el Ángel del Señor descendía en ciertos tiempos a la piscina, y agitaba el agua, y el que primero bajaba a la piscina quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.

Es SAN RAFAEL ÁRCANGEL uno de lis tres santos milites de la corte celestial que nominalmente venera la Madre Iglesia y destaca como dignos de veneración particular. Su historia está referida en el Libro de TOBÍAS del Antiguo Testamento.

La categoría hebrea de los arcángeles es reconocida en el Nuevo Testamento (I Thess, IV, 15; Judit., 9), pero sólo GABRIEL y MIGUEL son mencionados en nombre. Sin embargo, muchos comentadores identifican a RAFAEL con el “ángel del Señor” mencionado en JUAN c. V.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus
24 de octubre de Penthecostés del Año del Señor de 2008
Fiesta de SAN RAFAEL ÁRCANGEL

VOLVER a la portada de IEU

Desde el culto pagano del dios Baal para crédito y consumo de calidad de vida… (1958-2008: 50 años de la Sinarquía)


Aborto
Revelaciones de San Epifanio sobre las orgías rituales de una secta de gnósticos, en Alejandría.
“Llevaban ellos a cabo el acto voluptuoso, hasta la satisfacción, mas luego recogían la semilla de su impureza, impidiendo así que ésta penetrase más adelante, evitando de esta guisa la concepción; luego, comían todos ellos el fruto de su vergüenza.
Cuando uno de entre ellos, por sorpresa o por error, dejaba que la semilla penetrase más adelante demasiado, y cuando la mujer quedaba así encinta, ¡escuchaba lo que hacían, más abominable aún!
Extirpaban el embrión tan pronto como podían asirlo con sus dedos; tomaban luego aquel ABORTO, lo metían en una especie de mortero, mezclándolo con miel y otros diferentes condimentos, así como con aceites olorosos, con los que evitaban el asco.
Luego se reunían - ¡comunidad de puercos! – y cada uno comía, valiéndose de sus pecadoras manos, porciones de aquella espesa pasta de ABORTO”.
(SAN EPIFANIO, santo padre griego, de la Edad Apóstolica, “Panarion”, XXV, 4-5). Serge Hutin, Historia mundial de las sociedades secretas, Luis de Caralt editor, Barcelona, 1963, pp. 219).

LOS HEBREOS ADORARON A BAAL
Sus padres, dice Oseas, adoraban a un dios bajo los robles. ¿A qué Dios?
La adivinanza es fácil, si sabemos que los hebreos son arios.
Oseas se toma el trabajo de especificar (Cap. II), cuando habla de su madre a los hebreos:

Versículo 13:
La castigaré por todos los días en que incensaba a los baales y, adornándose con sus anillo sus collares, se iba con sus amantes y me olvidaba de mi, dice Yavé.

Versículo 16:
Entonces, dice Yavé, me llamará Ischi, no me llamará Baali.

Pues se trata, evidentemente, de BAAL, BAALI, es decir, del dios Belinus o Belín de los celtas de Occidente, y Bel de los asirios; ¡el mismo dios para todo el mundo!

También se advierte en todos estos pueblos la misma deterioración de la enseñanza primitiva: los celtas de Galia (Francia) hacían sacrificios humanos; los fenicios inmolaban a BAAL-MOLOCH; los hebreos degollaban a sus hijos para ofrecer su sangre a Jehová. (Jueces, cap. XI, vers. 30 a 39: JEFTE ofrece en holocausto a su propia hija, una dulce virgen. Y, esta vez, Dios no detiene su brazo, como lo había hecho con Abraham al disponerse éste a sacrificar a su hijo Isaac.
Pero estos crímenes sólo eran obra de los falsos druidas, de los falsos sacerdotes – ha habido abuso en todas partes -, que jamás observaron la verdadera enseñanza druídica, que, según asegura Pitágoras, era la más sabia del mundo.

Con SALOMÓN la influencia pagana será considerable. Se había casado con una hija de Hiram, rey de Tiro. Y este monarca que fue, como todos los reyes que marcaron su época, un gran constructor, recibió de su suegro carpinteros del Líbano, canteros de Biblos, orfebres de Tiro en abundancia
a. Compro caballos a los egipcios y, a pesar del miedo, la preocupación secular de los judíos por estos nobles animales, logró fundar un depósito de sementales, una yeguada, escuadrones, un cuerpo de carros de combate. De este modo gozó rápidamente de una fama de mago y mereció de esta manera la reprobación del pueblo de mago y mereció de esta manera de esta manera la reprobación del pueblo judío.
De este modo, el templo de Salomón ha dado nacimiento, como a este mismo rey, a gran número de leyendas y misteriosas tradiciones ocultas. Así las columnas de Yekin y de Boaz, situadas una al norte, otra al mar del templo, se vuelven a encontrar en las logias masónicas. Por otra parte, a pesar las investigaciones que han hecho palidecer a muchos judaístas es imposible dar un sentido a estas palabras.

Pero en la misma intimidad del rey recibían culto las religiones idólatras. Sabemos que el harem de Salomón fue uno de los más nutridos y mejor provistos de todos los tiempos. En él se encontraban los tipos de belleza más diversos. “Amó a un gran número de mujeres extranjeros extranjeras, mujeres de Moab, de Amón, de Edón y de los hititas… Poseía “setecientas princesas”, es decir, mujeres nobles, esposas de primera fila, y “trescientas concubinas”. Estas mil esposas no tenían la misma religión, las mismas costumbres, cado uno llevaba sus dioses, sus ritos, sus costumbres, sus tradiciones. Salomón tuvo que construir templos a los dioses paganos, ya que no era problema en ese tiempo la conversión política de las esposas de los reyes; la antigüedad en dioses nacionales y nunca ha hecho proselitismo. Salomón era demasiado político para desterrar de su reino a los dioses de sus vecinos, y de las mujeres que le habían dado de los príncipes de otros países…

No hay que creer que Salomón fuera el único que acogiera ampliamente a los dioses idólatras. Bajo “el impío Acad”, EL CULTO DE BAAL CONTABA TANTOS DISCÍPULOS COMO EL DE JEHOVÁ.

El poder de los sacerdotes no era suficiente para impedir al pueblo elegido practicar la idolatría y los ritos inspirados por la magia antigua. Los hebreos continuaban alebrado, en el templo, fiestas paganas, arrodillándose ante la serpiente de bronce, el becerro de oro, BAAL o Asterté, haciendo pasar, como sacrificio, a niños a través de un aro de fuego. “Siempre había piedras sagradas y los bosques eran la cita secreta de algunos con los que los reyes no dudaron en mezclarse”, y que rendían un culto a los dioses extranjeros. Bajo la influencia pagana, el efod fue pronto consultado por el pueblo.
Observamos también que el pueblo de Israel, en el que debía encarnarse Jesús, era un pueblo esencialmente democrático. Jehová castigará a los reyes, salidos del pueblo y designados por los sacerdotes, que quieren hacer su oficio de rey. El ejemplo de David, alcanzado por haber querido probar a su pueblo “por orgullo”, es bastante significativo... Ahora bien, en tendieron en Europa. Los secretos de Egipto y de Caldea tuvieron en ellos propagadores tan entusiastas como inesperados…
En cuanto a la famosa Kábala judía sobre la que investigaron después tantos ocultistas, los sabios de la Edad Media, principalmente Raimundo Lulio y Pico de la Mirandola, hasta los fervientes kabalistas de la época contemporánea, un Estanislao de Guaita, un Papus, un Elifas Levi, pasando por los Rosacruz de los siglos XVII y XVIII, por Saint-Germain y Pascuali…

Nombres apelativos de las divinidades; divinidades que presidían en varios ciudades. Melqart, señor de Tiro. Dagon, divinidad marina. El dios Resheph. Eshmun, señor de Sidón. La diosa de la fecundidad, Asthard. Diversos dioses del panteón fenicio.

El término más común en fenicio para significar dios es ÉL, como en cananeo, del cual el fenicio no es sino mero dialecto. La forma femenina de Él es elot. Otro nombre para dios es Elón, con el plural Eloim. Un nombre muy usado para la divinidad era igualmente BAAL, señor. En vez de nombrar al Dios por su nombre real, los fenicios se limitaban a llamarle señor, pero indicándole con la determinación de ciudad, lugar o objeto al que iba incorporado o habitada. BAAL, pues, es un título genérico, pero algunas veces indica un dios determinado.

Se comprende desde aquí que un medio tan extenso, en un ambiente tan favorable, en u sistema tan acorde al inmenso proyecto de los políticos, en un vivero tan bien elegido en cuanto a sus dimensiones, sus recursos y su seguridad, los intelectuales del movimiento del gobierno mundial (MGM: funcionaros y empresarios), dichosos como peces en el agua, profundizar sus “temas de estudio” e impulsar sus proyectos. En las perspectivas europeas y mundiales la teología nueva percibía, segura ya de alcanzar las lejanías, a medida continental de las confesiones cristianas y las profundidades de un ecumenismo que desafía las formulaciones dogmáticas de la estrecha catolicidad. Como lo predecía el ocultista abate MÉLINGE, PROTESTANTES LIBERALES Y CATÓLICOS de miras amplias, podían obtener “a costos compartidos” la construcción de una nueva Iglesia. A costos compartidos parecería ser efectivamente el caso. Pero si la revolución de los políticos era silenciosa, la de los teólogos no le era tanto, de modo de poder arrastrar a las masas en la preparación del mundo nuevo. No pensamos solamente en la literatura peri-conciliar 1962-1965 elevándose como una llamarada de revolución en la prensa, ni en las declamaciones por medio de una costosa publicidad de los teólogos del futuro.
Sabemos que esas revoluciones se han apoyado sobre autoridades temporales y que hoy estas últimas, que el anonimato vuelve más temibles, han multiplicado sus poderes por la voz de la prensa y por mil bocas de la publicidad. Y nosotros creemos con sus creadores que: “LA SINARQUÍA TIENE LA TALLA NECESARIA PARA OPERAR ESTA RENOVACIÓN GENERAL”. Sí, sin duda, pero vanamente, pues DIOS vela.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus

VOLVER a la portada de IEU

sábado, 18 de octubre de 2008

Catorce siglos de unidad católica (año 589-2008: 1420 años)

ESPAÑA, UNA ,GRANDE, LIBRE
Ilustración: La conversión de Recaredo I

En 2008/9 se cumplen mil cuatrocientos veinte años de la conversión del Rey RECAREDO I (586-601) con su pueblo, acontecimiento que se proclamó en el III CONCILIO DE TOLEDO (589) Allí, con la unión y la unidad de los visigodos dominadores – quienes abjuraron de la herejía arriana – con los hispano-romanos dominados – ya evangelizados – se funda ESPAÑA.

En Toledo, con solemnidad, recibió el bautismo el Rey RECAREDO y tras él todos nobles visigodos de su corte. El Catolicismo pasaba a ser la Religión oficial y única de toda ESPAÑA: ESTO ERA EL AÑO QUINIENTOS OCHENTA Y NUEVE. Se debe aprender esta fecha, porque desde entonces, es decir, desde hace catorce siglos y veinte años, no ha dejado nunca de ser la fe de Cristo, las Religión de España. Aquel día, como si adivinaran toda la gloria que a España aguardaba en la defensa y propagación de aquella de aquella Fe, repicaron alegremente las campanas de Toledo y los obispos cantaron gracias a Dios por haber hecho de todos españoles “un sólo rebaño con un solo Pastor”.
Todo esto, unido a las súplicas del obispo SAN LEANDRO , que no ha dejado de predicarle la verdadera Religión, movió al REY RECAREDO a hacerse católico.
Toda esta ceremonia ocurría en el llamado tercer Concilio de Toledo: porque en Toledo, de tiempo en tiempo, se reunían los obispos y los nobles y personas principales, a la vista del pueblo, para decidir sobre los asuntos más graves y esto es lo que se llaman los Concilios de Toledo.
Estas reuniones trataban al principio casi nada más que de de asuntos religiosos; pero luego, a partir de la conversión del Rey RECAREDO, empezaron, cada vez más, a ocuparse de todos los asuntos del gobierno de España. Es natural que así fuera, pues los obispos y sacerdotes era la gente más culta que quedaba en medio del atraso generalizado que había traído al mundo europeo la caída de ROMA y la invasión de los germanos. El resto de la gente, incluso las clases altas, por lo general, no sabían leer ni escribir: y sólo los sacerdotes y clérigos conservaban bibliotecas en Toledo y Sevilla.
A partir de este III Concilio, es donde se declaró el Catolicismo Religión de España, se reunieron en Toledo, en el tiempo de los “godos” (visigodos, parientes de los ostrogodos) quince concilios y a ellos se debe que la organización de España se mejorase bastante. Dieron buenas leyes, que hicieron más suaves las costumbres y menos frecuentes las luchas interiores. Moderaron los tributos y impuestos, las contribuciones; dieron reglas para que la justicia se hiciera con más rectitud.
Además, los hombres de la Iglesia, obispos y sacerdotes, como los únicos hombres de la época, son los que salvaron los restos que quedaban de la cultura de Roma. Esta tarea la cumplió el gran ISIDORO, que fue arzobispo de Sevilla, a la muerte de SAN LEANDRO. Fue el hombre más sabio de su época y escribió una cantidad enorme de libros de donde trató de conservar todo cuanto se sabía en aquel tiempo y cuanto quedaba de la antigua y gran sabiduría y los romanos. Si SAN ISIDORO no hubiera escrito sus libros, muchas cosas se hubieran perdido y olvidado para siempre. Sus libros son como un puente colocado sobre este torrente destructor que fue la invasión que fue la invasión de los germanos (bárbaros) Si el no hubiera hecho ese puente, muchas cosas se hubieran quedado al otro lado sin llegar a nuestros días. Por eso durante seis siglos, hasta la de época, de SANTO TOMÁS DE AQUINO, fueron los libros de SAN ISIDORO, la base y el fundamento de la sabiduría de toda Europa, así en los asuntos religiosos como en todos los demás. Durante todos esos siglos, los alemanes y los franceses aprendían en esos libros, escritos en Sevilla, todo lo principal de la doctrina de Cristo y de la ciencia de los de los hombres antiguos.

Esa gran influencia del elemento humano de la Iglesia, como única culta, tuvo también una gran ventaja y fue que unió un sola mano las dos cosas que formaban la sabiduría de entones y que son esas dos que hemos afirmado: la doctrina de Cristo, por una parte, y por otra las ciencia de los antiguos griegos y romanos. La unión de estas dos vertientes es lo que había de formar y definir la civilización europea entre la Antigüedad y los tiempos medievales. Y esa unión y mezcla no estaba aún bien hecha, porque los romanos se habían convertido al Cristianismo poco antes de llegar los bárbaros germanos y no había habido aún de poner bien de acuerdo la nueva Fe con lo aprovechable de la antigua sabiduría. Este acuerdo y mezcla lo hicieron, en muchas partes, sobre todo, los obispos españoles con SAN ISIDORO DE SEVILLA a la cabeza. Ellos le dieron a España lo que todavía le faltaba para ser una Paria verdaderamente “UNA”: un modo único de pensar y de sentir: cristiano de fondo, con todo lo aprovechable de los godos (germanos) y de los romanos.
Desde entonces fue España ya “una”, por dentro y por fuera. Así lo comprendía SAN ISIDORO DE SEVILLA cuando la dirigía los primeros poemas que se han echado a España como propia, única e inconfundible:

¡Ay, madre España querida,
En el mundo tan nombrada,
De las tierras la mejor,
La más fuerte y más gallarda,
Donde nace el oro fino,
El plomo, el hierro y la plata;
Abundante de venados,
De caballos celebrada,
Rica de vino y de seda,
De aceite, bien alumbrada.


(JOSÉ MARÍA PEMÁN, “La historia de España contada con sencillez”, Est. Cerón y librería Cervantes, Cádiz, 1938, 222 páginas). ¡En plena CRUZADA DE LIBERACIÓN: 1938!

“Porque lo que queremos es que España vuelva a su “sitio”: al sitio que la Historia le señala. Y EL SITIO ESE: “ARRIBA”. Es decir, cerca del espíritu, del ideal, de la fe… Cerca, sobre todo, de Dios…”(pág. 222). Dirá JOSÉ MARÍA PEMÁN.
Lo de llamarla “madre de pueblos” y decirla que envía su luz a “Oriente y Occidente”, parece casi exagerado para aquel momento en que España estaba metida dentro sus fronteras y apenas acababa de hacerse a sí misma. Casi parecen esas palabras profecía e inspiración de Dios, como si el entusiasmado el gran Santo de Sevilla por aquel gran suceso de la conversión de RECAREDO I, adivinara la futura grandeza de América y sus grandes empresas para propagar la Fe católica (¡antes lo que se decía con una palabra: Fe, ahora, lo tenemos hacer con dos: Fe católica…!) ¡O tempora, o mores! por todos los pueblos. Al ver nacer ante sus ojos la “España una”, el gran arzobispo adivinaba, como en sueños, la “España grande”.

Los godos de RECAREDO I a DON RODRIGO.

Pero todavía antes de llegar a esa futura grandeza, tuvo España que luchar fuertemente por su unidad. Todo el trabajo de los reyes godos (germanos) que reinaron después RECARDO I, VA ENCAMINADO A LO MISMO: a procurar todos que España siguiera unida.
Para esto se ven obligados a luchar con numerosos enemigos: en primer lugar, con el partido arriano (de Arrió, primer heresiarca), que no quería aceptar la nueva religión católica, desde el primer Concilio Ecuménico de Nicea del Gran Constantino, en el 325, y continuamente hacia esfuerzos para volver a implantar la antigua herejía. También lucharon con los griegos bizantinos que todavía por el Sur de España y que fueron, al fin, definitivamente barridos.

El segundo enemigo son los Judíos.

El otro enemigo de la unidad de España que preocupó también a los reyes sucesores de RECAREDO I eran los judíos. Había en España gran cantidad de judíos y gozaban de gran preponderancia, ocupando muchas veces los cargos públicos. Como los judíos no tienen patria propia, a pesar de Israel, pero veremos después este hecho muy difícil de interpretar por los Sagrados Cánones, y andan errantes por el mundo, en dónde quieran que abundan forman entre ellos como una nación encima de la otra en que están. Se entienden entre sí, se ponen de acuerdo en secreto y trabajan y trabajan en los cargos y altos puestos que alcanzan, en beneficios propio y de su raza, a pesar de ellos dicen que no hay razas, pero no de la nación que les da esos puestos y cargos. Esto llegó a alarmar a los reyes godos, que veía, con miedo, la gran cantidad de judíos que había en España y el poder extendido que tenían.
Había, sobre todo en España un peligro o revolución permanente como decía, TROZTKY, (LEÓN BRONSTEIN), otro judío genial como u creación: el Ejército Rojo; que preocupaba a los reyes. Este peligro eran los moros o árabes, pueblo guerrero y conquistador que se había apoderado, hacía poco tiempo desde África, el norte. El Norte de África está demasiado cerca del sur de España: sólo separado de él por el estrecho de las Columnas de Hércules, entre Europa y África. Era peligroso tener tan cerca unos vecinos tan inquietos, conquistadores, guerreros y poderosos como eran los árabes, que venían desde muy lejos, la ÁRABIA ¿féliz?, ganando tierras. Y este peligro aumentaba el recelo y desconfianza que los reyes godos tenían de los muchos judíos que andaban por España visigoda, pues sabían que, en el fondo, por el gran odio que tenían a todo lo CRISTIANO, los judíos eran buenos amigos de los árabes y podían convertirse en aliados suyos para ayudarles, un día, a pasar el Estrecho de las Columnas de Hércules.
Esas razones son las que movieron al Rey SISEBUTO a dar una ley a lo estilo romano echando de España a los judíos que no se bautizarán. Se ha acusado extremamente a este rey godo de fanatismo, intolerancia, e intransigencia católica, por haber dado esa ley contra los judíos. PERO LA VERDD HISTÓRICA ES LA DIO NO POR MOTIVOS RELIGIOSOS, SINO POLÍTICOS. Echó a los judíos no por la religión: los echo como echaríamos de nuestra casa a un huésped que los echó como echaríamos a un huésped que supiéramos que era más amigo del vecino que de no de nosotros mismos; sobre todo, si supiéramos que ese vecino tenía la intención de asaltar nuestra casa. ¿Quién nos dice que ese huésped no va ayudar, un día, secretamente, a su amigo el vecino, contra nosotros?... Y LA PRUEBA de que fue esto el motivo de echar a los judíos y no por su religión, está en que la Iglesia Católica no tomó parte para nada en esa decisión del REY SISEBUTO y, por contrario, SAN ISIDORO DE SEVILLA, que vivía todavía, protestó de la ley y la consideró poco conveniente.
En efecto, la ley de SISEBUTO, lejos de dar el resuelto deseado, puso peor la cuestión. Pues los judíos que obedecieron la ley, se fueron precisamente al Norte de Marruecos, con los moros: y los demás se hicieron cristianos “nuevos” de nombre y recibieron sin creer en él; continuando, por dentro, tan judíos como antes- Esto lo ha visto CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ, insigne historiador y polígrafo español en una de sus obras, “España, un enigma histórico”. Allí donde emigraron los judíos y los “marranos”, unos y otros fueron, naturalmente, terribles enemigos del pueblo que los había odiado. El día que se examinen al por menor los daños que en todas las actividades a su alcance – desde el espionaje a la financiación de empresas militares – hicieron a España en momentos dramáticos y decisivos de su historia moderna, y se registe su persistencia en la violenta hostilidad hacia lo hispánico a través de los siglos – algo sabemos ya sobre tales daños y sobre tal hostilidad, pero es tema que merece un libro -, se comprenderá con qué razón he hablado de cuentas saldadas. Nuestras persecuciones ´- dice SANCHEZ-ALBORNOZ – a los hebreos y a sus hijos los conversos de una parte y, de otra, su explotación por ellos del pueblo español durante el medioevo, su sombrío legado a España al salir de ella y sus sañas después de su expulsión, equilibran la balanza.
Lo que se consiguió, pues, fue que hubiera ahora judíos a un lado y otro del Estrecho, y que la comunicación entre los judíos de España y los moros fuera más fácil y continua. Desde entonces empezó a existir en España una verdadera organización de espionaje al servicio de los futuros invasores árabes. El peligro había aumentado, lejos de disminuir Esto lo ha visto extremadamente profundo en su obra WILLIANS THOMAS WALSH.

El tercer enemigo: Las elecciones y los partidos.

Del mismo deseo de buscar y asegurar la unión de toda España, nace también otro de los esfuerzos políticos que ocupó a varios de los sucesores de RECAREDO I: el esfuerzo por hacer que la Monarquía se convirtiera en hereditaria, o sea, que a la muerte de un rey siguiera en el trono, siempre, su hijo mayor y no, como ahora venía ocurriendo el pariente que se eligiera por votos. Esto ocasionaba continuamente luchas, bandos y partidos políticos, por los muchos que querían ser elegidos. Un romance viejo, de los que cantaban los españoles hace cinco siglos, contaba este pasado, con estado de cosas, con estas palabras:
“En el tiempo de los godos – que en Castilla rey no había, cada cual quiere ser rey – aunque le cueste la vida…”

El cuarto enemigo: la división de razas

Todavía quedaba en España un gran motivo des- unión que preocupaba a los sucederos de RECAREDO I . En España vivían dos razas o pueblos distintos: por un lado, los godos; por otro, los españoles-romanos. Esta división se señalaba mucho porque tenían unos y otros leyes distintas y les estaba prohibido casarse entre sí. Varios reyes se ocuparon de este problema: levantaron esta prohibición, y uno de ellos, RECESVINTO, hizo ley nueva, distinta de la que de unos y la de otros, que es la que se llama Fuero Juzgo: considerando en su época como el mejor que había en el mundo.

La España goda se derrumba

Ni los mismos moros se dieron cuenta en el primer momento que aquella victoria iba a tener una importancia tan decisiva e iba a ser el principio del dominio casi total de España durante ocho siglos del año 711 a 1492, que iban a conservar muchos siglos. Los moros habían entrado en España, en poco número, y en realidad no con el proyecto de conquistarla toda, sino de ayudar a aquellos godos descontentos y en beneficio conseguir algunas: por el Sur de España.
La descripción real y viva que hace un cronista moro, de cómo, ya de noche, después de la gran batalla de Guadalupe, se vio galopar sólo, por el campo, dando tristes relinchos, el caballo blanco de DON RODRIGO, con su espléndida montura de seda de oro, bordada de rubíes moros, se asombraban de la riqueza de aquella silla de montar que el Rey godo llevaba a la guerra. Y esa era la catástrofe. La España goda no moría por ningún milagro extraño, ni por ningún milagro extraño, ni por ningún milagro extraño, ni por ningún cuento de bellas Florindas: MORÍA POR EL ORO Y LAS PIEDRAS PRECIOSAS DE LA MONTURA DEL REY; POR EL LUJO, POR EL VICIO, POR EL ESCÁNDALO. LAS GRANDES CATÁSTROFES DE LA HISTORIA SON SIEMPRE CASTIGOS QUE DIOS ENVÍA A LOS PUEBLOS POR SUS GRANDES PECADOS, según JOSÉ MARÍA PENÁN.

RECAREDO I era “Liberal por naturaleza, piadoso casi siempre, severo cuando la necesidad lo exigía, esforzado guerrero, gobernante inteligente, acabó y perfeccionó RECAREDO la obra de su padre LEOVILGIDO, haciendo del pueblo godo la nación más poderosa y temida de esta parte de Europa. Su oportuna conversión al catolicismo reputada como su mayor acto político, dio la unidad religiosa a España, unidad que, al que terminar las diferencias que existían entre dominados, proporcionó una de las épocas más florecientes de la monarquía visigótica”. (A. de Cárcer, España histórica).

SAN ISIDORO DE SEVILLA DIJO DE RECADERO QUE ERA “AMABLE, DULCE Y BONDAD EGREGIA”.

Pero, como después de la batalla de Guadalupe (AÑO 718), no todos se rindieron al moro, a pesar de los consejos del arzobispo OPPAS, sino que un núcleo irreductible, con el REY PELAYO a la cabeza, empezó la RECONQUISTA, triunfando en Covadonga, esperamos que hoy también irreductiblemente fieles a la Misa de siempre, a CRISTO REY, a MARÍA REINA, diseminados en todos los países de habla española inicien de nuevo la Reconquista. Que 2009 nos encuentre unidos en la Verdad, cimentados en la Caridad, para que, con el auxilio de la Mediadora de todas las Gracias, de la Omnipotencia suplicante, se logre el restablecimiento de la UNIDAD CATÓLICA.

¡MARTIR SAN HERMENEGILDO, ROGAD POR NOSOTROS! ¡MARTIR SAN HERMENEGILDO, DEVOLVED LA UNIDAD CATÓLICA A LAS ESPAÑAS!

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus


VOLVER a la portada de IEU

Festividad de San Lucas, Evangelista

SAN LUCAS, de origen gentil y griego, nació en Antioquía, capital de Siria. SAN PABLO de Tarso en el Asia Menor, nos dice que ejerció la profesión de médico. Trabajó con San Pablo en la conversión del mundo greco-romano, y escribió el tercer Evangelio, que algunos Santos Padres llaman “Evangelio de San Pablo”.

Como el Doctor de los Gentiles, nosotros, San Lucas se dirige a los paganos, para los mostrarles que la salvación la trajo JESÚS para todos los hombres que en él creyeron, sin exclusión ni distinción alguna de edad, sexo, condición o raza.
Es universalista y por eso su Evangelio contiene episodios de la vida del Señor, sumamente consoladores, como el de la mujer adúltera, la parábola del hijo pródigo, amén de otros rasgos peculiares suyos, como lo del sudor de la sangre en Getsemaní y las lamentaciones de las mujeres.

Su símbolo es el toro, uno de los cuadros de la visión profética de sacerdote ZACARÍAS, el becerro era la víctima más frecuente en los sacrificios de la Ley Antigua.

En la Misa de San Lucas, como en la de SAN MARCOS, léese el Evangelio
Que contiene las instrucciones de JESÚS a los 72 discípulos, porque estos dos no fueron Apóstoles propiamente dichos sino meros discípulos del Señor.

SAN JERÓNIMO dice que San Lucas murió en Acaya, Grecia a los ochenta y cuatro años.

¡OH MÉDICO TAN AMADO DE SAN PABLO! Tú que oíste de boca de la misma VIRGEN MARÍA los relatos de la infancia del SEÑOR, haz que también nosotros lleguemos a conocer e imitar esos pasos y a gozar de la sabrosa intimidad de JESÚS y de su Madre benditísima, a medida que conozcamos sus Corazones llenos de amor y de compasión por la humildad pecadora. Así sea.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus

VOLVER a la portada de IEU

miércoles, 15 de octubre de 2008

Concepto de la filosofía cristiana


La cuestión de la existencia histórica y e la posibilidad misma de la Filosofía cristiana ha sido extraordinariamente ventilada en estos últimos, tanto dentro como fuera de los muros de la Filosofía tradicional de la Iglesia.

Por Mons Octavio Nicolás Derisi

En el año 1929 E. BREHIR escribía en su Histoire de la Philosophìe: Durante los cinco primeros de nuestra era no hay filosofía cristiana propiamente dicha que implique una tabla de valores intelectuales enteramente original y diferente de los Pensadores del Paganismo. Y concluía con estas rotundas palabras: “Esperamos
demostrar que el pensamiento filosófico no ha sido fuertemente influenciado por el advenimiento del cristianismo y, para resumir nuestro pensamiento en una palabra: que no hay Filosofía Cristiana” (T. 1, L´Antiquité et le Moyen age, p. 494, París, F. Alcan, 1927).
La concienzuda y penetrante obra de E. GILSON: L´esprit de la Philosophie Médiévale (compendio de las lecturas filosóficas habidas en la Universidad de D´Aberdeen, los años 1931 y 1932) puede considerarse como la mejor respuesta, en un terreno histórico, a la falsa afirmación de BREHIER.
Los preciosos tomos d GILSON van a eso, a desvanecer el prejuicio establecido a priori de que no ha podido existir una filosofía existir un filosofía cristiana; sosteniendo la posibilidad, primero (Cap. I y II), y la existencia, después (lo restante de la obra), de una filosofía que históricamente, vale decir, en el terreno de lo concreto, de los hechos, se ha inspirado y ha recibido positivo influjo del conjunto de las verdades contenidas en el depósito de la Revelación cristiana.
La publicación de GILSON, sin embargo, no puso fin al debate. El 21 e marzo La Sociedad Francesa de Filosofía dedicada una de las sesiones al estudio del discutido problema. Esta sesión provocó una abundante literatura al mismo al mismo tema. Una serie interminable de artículos y numerosas monografías de muy variados quilates y tonos siguieron ventilando el asunto, enfocándolo desde los más diversos aspectos, hasta que Sociedad Tomista lo retornó en su doble sesión anual (matutina y vespertina) el 11 de septiembre de 1933. Lo más representativo del tomismo estuvo presente allí presente (GILSON, MANDONNET, SERTILANGES, NOEL, CHENU, FESTUGIERE, FEULIMG, MASNOVO, FORET, JOLIVET, PEIDO, BRUNO DE SOLGES, etc.) algunos que no pudieron asistir (MARITAIN, ROLAND-GOSSELIN, etc.). hicieron llegar sus puntos de vista al seno de la Sociedad, por medio de sus comunicaciones escritas. La reunión tomista indudablemente contribuyó en no poco a precisar los diversos aspectos del problema, a deslindar algunos de sus puntos e hizo vislumbrar a ratos la posible concordia en una visión superior de posiciones a primera vista antagónicas; pero no ha logrado la unanimidad en la cuestión nominal ni ha podido llegar a un acuerdo a un acuerdo sobre toda la compleja cuestión, ni se ha agotada, por consiguiente, el debate. Las últimas discusiones de la asamblea, así como las posteriores publicaciones (aun de los asistentes a dicha reunión) lo ponen de manifiesto.
Si bien después del libro – al parecer decisivo – de GILSON, el debate pareció haberse concentrado, dentro del núcleo de los autores escolástico al menos, especialmente al aspecto especulativo de la cuestión, a la cuestión de jure, de si es posible o no una filosofía constituida bajo el positivo influjo de la verdad revelada; sin embargo, la discusión fue llevada nuevamente al terreno histórico, y aun dentro de la Sociedad Tomista se advirtieron discrepancias entre los más genuinos representantes de la historia de la Filosofía medioeval: P. MANDONNET y E. GILSON. Y es que los dos aspectos del problema, el histórico y el doctrinal, se entrelazan y mezclan de tal modo, que la solución de uno de ellos repercute necesariamente en la del otro. La cuestión histórica entraña la solución del problema doctrinal: no se puede esclarecer, en efecto, el hecho de la existencia histórica de una filosofía cristiana, si no es mediante la constatación de los caracteres específicos que la determinan; y viceversa, si bajo la faz doctrinaria se resuelve el pleito el pleito en el sentido de la imposibilidad de una tal filosofía, es evidente que ella no ha podido existir, y, consiguientemente, los elementos constitutivos de la así llamada Filosofía cristiana habrían de resolverse, en última instancia, o en simple filosofía.
El aspecto histórico es, pues, inseparable del aspecto doctrinal, así como una solución adecuada del problema doctrinal reclama la consulta de la historia, sin negar la posibilidad absoluta, en este segundo caso, de una solución puramente especulativa con prescindencia de la historia.
Después de tanta discusión, el debate comenzó a declinar más y más. Desacordes en la expresión verbal de Filosofía cristiana, a través de la nube levantaba por el encuentro de tantos pareceres desde tan diversos puntos de vista, parece que la mayor parte de los filósofos tomistas y los de mayor significación, sino todos, están concordes, substancialmente al menos, en la cuestión de fondo encerrada en esa expresión. La discusión ha contribuido a precisar las ideas, y, deslindados los aspectos impertinentes a la cuestión, ha hecho penetrar en los puntos de vista de los distintos sectores y puntualizar las fases que presenta el problema; de modo que se llega a vislumbrar y casi a ver con suficiente claridad la solución definitiva que está, si no en la formula verbal, al menos en la ideas y en el espíritu de todos los neotomistas.
Exponer los aspectos de este vasto problema (cuya solución arrastra consigo tantas consecuencias, así para la filosofía como para la teología y para nuestra misma fe) reduciéndolo con presión, por medio del análisis, a los elementos que lo integran, intentando a la vez por medio de la síntesis, llegar a una solución satisfactoria(al menos en lo referente a la cuestión fundamental, sin renunciar, sin embargo, a dar nuestra opinión personal sobre los algunos aspectos controvertidos): tal es el fon do de estas páginas.

Reseña de OCTAVIO NICOLAS DERISI, “Concepto de la filosofía cristiana”, 2ª edición, Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires, 1943 – 2008.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus


VOLVER a la portada de IEU

Santa Teresa de Jesús y de Ávila (1515-1582)

Una de las más extraordinarias mujeres de la historia. Supo llevar a cabo una maravillosa introspección y asomarse a las almas de los otros. Hizo compatible la mística meditación y el inquieto activismo. Mientras esperaba la más vida tras la muerte, vivía intensamente de tejas abajo. Y recibió maravillosas gracias celestiales sin perder el femenil gracejo. Se encontró vieja y fea en este retrato de Fray JUAN DE LA MISERIA (Carmelitas de Sevilla). C. S-A. “España, un enigma histórico”, t.II., p. 305.

La gran Virgen española, nacida en Ávila, ardió desde muy niña en deseos de ser mártir, y ya se iba a tierra de moros con su hermanito RODRIGO, cuando fueron detenidos en el camino por un tío suyo, que los redujo a la casa paterna. A los dieciocho años de edad ingresó en el convento de Santa María del Monte Carmelo, y en él se consagró a su único celestial esposo Cristo.
Su corazón ardía en llamas de divinal amor, así que pudo escribir: “¡Cómo el alma siente más verdaderamente el cautiverio que traemos con los cuerpos y la miseria de la vida! Anda como venida en tierra ajena, y lo que más la fatiga es no hallar muchos que se quejan y piden esto, sino lo más ordinario es desear vivir.” (Vida, c. 21).
Por consejo del mismo Jesús emitió el voto tan arduo como desusado de hacer siempre lo que entendiese ser más perfecto, así que alcanzó un grado tan alto de oración y de vida mística, que con razón se la llama la Mística Doctora. De esa contemplación e íntima y continua unión y trato con Dios sacó con tan grandes luces acerca de las cosas divinas, que todavía deslumbran a cuantos leen sus muchas obras, que por providencial mandato de sus directores nos dejó escritas. Los principales escritos de la Santa abulense son el Camino de perfección, las Moradas, su Vida y sus Fundaciones. Todas ellas son el fiel trasunto y como el retrato de su alma seráfica.
Por todas las prendas de naturaleza y de gracia en ella reunidas ha ejercido siempre tan singular hechizo la santa castellana, que fue de Dios tan singularmente dotada.
Murió SANTA TERESA DE JESUS en su convento de Alba de Tormes, Salamanca, en 1582, después de reformar la Orden Carmelitanas y de fundar 32 conventos de monjas. Y allí descansa incorrupta su cuerpo en preciosa urna. SANTA TERESA murió precisamente en la noche memorable del 4 de octubre de 1582, en que el Papa GREGORIO XIII suprimió 10 días de calendario, quedando el mes atrasado de otros tantos.

¡Oh bendita virgen avilesa! Tu mismo nombre está pregonando lo que fuiste:
: la custodia fiel de Jesús, tu Dios, a quien con tanta generosidad serviste. Acuérdate de que tienes aún en la tierra muchos que visten tu mismo hábito blanco y pardo, y que te llaman su SANTA MADRE. Mira por tantas hijas y tantos hijos como se esfuerzan por seguir tus consejos y preceptos en la soledad del claustro. Mira por esta tu cara patria española y tu cara patria argentina, de que eres una de sus genuinas representantes. Mira especialmente por las almas espirituales que se afanan por seguir tus huellas, y hasta por las ovejuelas descarriadas, que a ti tanta compasión te daban. Mira por toda la Iglesia Católica, Apostólica y Romana y España y Argentina.

En las internas entrañas
Sentí un golpe repentino:
El blasón era divino
Porque obró grandes hazañas.

Con el golpe fui herida
Y aunque la herida es mortal,
Y es un dolor sin igual
Es muerte que causa vida.

Si mata, ¿cómo da vida?
Y si vida, ¿cómo muere?
¿Cómo sana cuando hiere,
Y se ve con él unida?

Tiene tan divinas mañas,
Que en un acerbo trance
Sale triunfando del lance
Obrando grandes hazañas.

Editó Gabriel Pautasso
Instituto Eremita Urbanus

VOLVER a la portada de IEU

lunes, 13 de octubre de 2008

Nuestra Señora de Luján, Reina de la Argentina

Desde siempre y para siempre, LA ARGENTINA fue y será tierra de María Santísima- Heredero de España su fervor mariano, y ese fervor fue trasmitido a través de las generaciones. Los grandes hombres que forjaron nuestra Nación, han tenido entrañable amor a la Madre de Dios, y lo han manifestado de mil formas con viril ternura. Ellos han reconocido y proclamado a MARÍA como REINA de este suelo bendito, porque vieron con gozo patriótico, la predilección de la Excelsa Señora por nuestra Nación. Vieron Su voluntad de reinar en cada hogar, en cada pueblo, en cada provincia. Reconocieron las gracias sin fin que derrama sobre quienes a Ella acuden en los Santuarios donde se veneran sus prodigiosas Imágines, que coronaron solemnemente, en tanto, junto con el pueblo fiel, dejaban a sus plantas infinidad de obsequios de gratitud y amor.

Nada ni nadie podrá quitar que la bondad infinita de Dios quiso concedernos. Es un privilegio que no merecemos, pero que es innegable. MARÍA SANTÍSIMA ES LA REINA DE LA ARGENTINA, Madre amorosa de todos sus habitantes, aún de aquellos que la desconocen o la olvidan. Es la Generala de sus Ejércitos, la Estrella que guía sus naves del mar y del aire. ES la Protectora de sus campos, la Patrona de sus caminos, de sus instituciones.

Cuando un imperio orgulloso quiso adueñarse de estas tierras, e implantar aquí sus herejías, tuvo que humillar su poderío ante el cetro de esta Gran Reina y Señora, que lo abatió con el arma invencible de todos los tiempos: El Santísimo Rosario.

Esta es la tierra de María, la Bandera Argentina es un trozo de Su manto, un regalo de su Purísimo Corazón, una señal de Su protección. Por ese nuestra bandera es la más bella, la más pura, la más santa, porque esta Bandera es el mismo manto de María Inmaculada.

María Santísima es la Reina de la Argentina. Quiso manifestarse Su Realeza en la Imagen pequeña, sacrosanta y prodigiosa de LUJAN. Eligió Ella misma es Villa como sede de Su trono para establecer Su Reino en nuestros corazones y en toda la Patria. A su magnífico Santuario quiere que acudan todos sus súbditos, sus hijos, para derramar sobre ello toda clase de gracias y bendiciones. Allí, a los pies de Su Trono de Lujan, Pastores y Autoridades, y la NACIÓN entera, unida a los pueblos del Plata, (Uruguay y Paraguay), le juraron fidelidad y proclamaron ante la faz de la Tierra Su Patronazgo y Su Realeza.

Pero llegaron estos tiempos aciagos. Estamos invadidos por el más crudo materialismo; son tiempos de desorientación, de mentira, de muerte. El pecado todo lo destruye o corrompe. Es necesario elevar un clamor filial y confiado a la Dulce Señora, y recordar Su predilección para con nuestro pueblo, y corresponder con verdadera conversión de las costumbres. Los Mandamientos son pisoteados, imposible volver a ellos sin la Gracia. Pero la VIRGEN SANTÍSIMA, Medianera de todas las Gracias, hará que nuestra sociedad argentina vuelva a Dios, a condición de que cumplamos su pedido: el Santo Rosario, la penitencia, la vuelta a la ley de Dios, desterrando modas y costumbres abominables, a costa de cualquier sacrificio.

Ella ha dado gracias especiales para que de diversa, pero con un mismo espíritu se trabaje por Su REINO en todos los ámbitos del país. Son almas ignoradas, obras, hechos, que el mundo no puede o no quiere ver. Unámonos todos a las órdenes de MARÍA SANTÍSIMA, NUESTRA SEÑORA; la victoria y la paz han sido concedidas por Dios exclusivamente a Su Inmaculado Corazón. A Él esta consagrada la Argentina y Ella nos lo ha dicho: “MI CORAZÓN INMACULADO TRIUNFARÁ”.

Unidos en el Santo Rosario y en adoración eucarística , VOLVAMOS OJOS NUESTROS Y NUESTROS CORAZONES A LA SEÑORA DE LUJÁN PERO SIN DEJAR DE ESCUCHAR SU DULCE MANDATO DE SIEMPRE: “HACED LO QUE EL OS DIGA”.

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero
nº 118 Cordubensis
Instituto Eremita Urbanus

VOLVER a la portada de IEU

domingo, 12 de octubre de 2008

El Papa Gregorio IX y la tradición teológica



Gregorio IX, 1227-1241, de la carta Ad Aegiptiis a los teólogos de París, del 7 de Julio de 1228 (1228-2008: 780 años).

TEXTO: “Tocados de dolor íntimamente (Gen. 6, 6), nos sentimos llenos de la amargura del ajenjo (cf. Tren, 3, 1, 5) porque, según se ha comunicado a nuestros oídos, algunos entre vosotros, hinchados como un odre por el espíritu de vanidad, pugnan por traspasar los términos puestos por los Padres (Prov. 22, 28), inclinando la inteligencia de la página celeste, limitada en sus términos por los estudios ciertos de las exposiciones de los Santos Padres, que es no sólo temerario, sino profano traspasar, a la doctrina filosófica de las cosas naturales, para ostentación de ciencia, no para provecho alguno de los oyentes (…). Pues siendo su deber exponer la teología según las aprobadas tradiciones de los Santos y destruir, no por armas carnales, sino poderosas en Dios, toda altura, que se levante contra la ciencia de Dios y reducir causativo todo entendimiento en obsequio de Cristo (2 Cor. 10, 4s), ellos, llevados de doctrinas varias y peregrinas (Heb. 13, 9), reducen la cabeza a la cola (Deut. 28, 13 y 14) y obligan a la reina a servir a su esclava, el documento celeste a los terrenos, atribuyendo lo que es de la gracia a la naturaleza. A la verdad, insistiendo más de lo debido en la ciencia de la naturaleza, vueltos a los elementos del mundo, (…) no parece haya, afirmado su corazón en la gracia (Heb. 13, 9); por ello, no traen a su memoria lo del Apóstol, que creemos han leído a menudo: Evita las profanas novedades de palabras y de opiniones de la ciencia de falso nombre, que por apetecerla algunos han caído de la fe (1 Tim. 6, 20s). ¡Oh necios y tardos de corazón en todas las cosas que han dicho los asertores de la gracia de Dios, es decir, los Profetas, los Evangelistas y los Apósteles (Lc. 24, 25), cuando la naturaleza no puede por sí misma nada en orden a la salvación, si es ayudada de la gracia! Digan estos presumidotes (…), cuyas mentes, como si se alimentarán de bellotas, permanecen vacías y vanas, y cuya alma no puede deleitarse en manjares suculentos (Is. 55, 2), pues andando sedienta y árida, se abreva en las aguas (…) que sacan de los torrentes filosóficos, de los se dice que cuanto más beben, más sed producen, pues no dan saciedad, sino más bien ansiedad y trabajo; ¿no es así que al doblar con forzadas o más bien torcidas exposiciones las palabras divinamente inspiradas según el sentido de la doctrina de los filósofos que desconocen a Dios, colocan el arca de la alianza junto a Dagón (1 Reg. 5, 2) y ponen para ser adorada en el templo de Dios la estatua de ANTÍOCO?
Y al empeñarse en asentar la fe más de lo debido sobre la razón natural, ¿no es cierto que la hacen hasta cierto punto inútil y vana? Porque “no tiene mérito la fe, a la que la humana razón le ofrece le ofrece experimento” 8S. Greg. M.) Cree desde luego la naturaleza entendida; pero la fe, por virtud propia, comprende con gratuita inteligencia lo creído y, audaz y denodada, penetra donde no puede alcanzar el entendimiento natural.
Digan esos seguidores de las cosas naturales,, ante cuyos ojos parece haber sino proscrita la gracia, si es obra de la naturaleza o de la gracia que el Verbo que en principio estaba en Dios, se haya hecho carne y habitado entre nosotros (Jo. 1). Lejos de nosotros, por o demás, que la más hermosa de las mujeres (Cant. 5, 9), untada de estibio los ojos por los presuntuosos (4 Reg. 9, 80) y, adornada con collares (Is. 81, 10), marcha espléndida como una Reina, con mal cosidas fajas de filósofos se vista de sórdido ropaje(…).

A FIN, PUES, QUE ESTA DOCTRINA temeraria y perversa no se infiltre como una gangrena (2 Tim. 2, 17) y envenene a muchos y tenga RAQUEL que llorar a sus hijos perdidos (Ier. 31, 15) , por autoridad de las presentes Letras os mandamos y os imponemos riguroso precepto de que, renunciando totalmente a la antedicha locura, enseñéis la pureza teológica sin fermento de ciencia mundana, no adulterando la palabra de Dios (II Cor. 2, 17) con las invenciones de los filósofos (…); antes bien, conteniéndoos en los términos señalados por los Padres, cebad las mentes de vuestros oyentes con el fruto de la celeste palabra, a fin de que, apartado el follaje de las palabras, saquen de las fuentes del SALVADOR (Is. 12, 8)

AGUAS LIMPIAS Y PURAS, QUE SOLAMENTE TIENDAN A AFIRMAR LA FE O INFORMAR LAS COSTUMBRES (…)”.

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero
nº 120 Cordubensis
Instituto Eremita Urbanus

VOLVER a la portada de IEU

¿Texto medieval?

Y no fue sin disposición divina que esa LENGUA, que durante siglos había congregado la más vasta asociación de naciones bajo la autoridad del Impero Romano, se tornó la LENGUA PROPIA de la Sede Apostólica y fue así conservada para la posteridad, reuniendo a los pueblos cristianos de Europa por un estrecho lazó de unidad.

Y es por esas razones que la Sede Apostólica se empeño siempre en conservar cuidadosamente la LENGUA LATINA y la consideró dignas de ser vitaliza por ella en el ejercicio de su Magisterio, “como un vestimenta magnífica de la doctrina celeste y de las leyes santísimas”, al mismo tiempo que juzgo conveniente que los miembros sagrados la empleasen (…).
El (PÍO XI), que había estudiado la cuestión de modo racional y metódico, mostró que esa LENGUA posee tres cualidades que convienen admirablemente a la naturaleza de la Iglesia: “Y, EN EFECTO, LA IGLESIA, PARA ABRAZAR A TODAS LAS NACIONES Y PARA PERMANECER ELLA MISMA HASTA EL FIN DE LOS SIGLOS (…) TIENE NECESIDAD DE UNA LENGUA QUE, POR SU PROPIA NATURALEZA, SEA INMUTABLE Y NO SEA VULGAR”.
Habiendo, Nos, considerado y maduramente pesado todo eso, en la plena conciencia y por la autoridad de Nuestro Cargo, establecemos y ordenamos cuanto sigue:

1º LOS OBISPOS Y LOS SUPERIORES mayores de las Ordenes Religiosas se apliquen, tanto cuanto fuere necesario, a que en sus seminarios y escuelas que preparan para el Sacerdocio, todos se sometan a la voluntad de la Sede Apostólico en este particular, y obedezcan concienzudamente a las prescripciones que Nos damos.

2º VELEN CON SOLICITUD paternal para que ninguno de sus jurisdiccionados, impelido por el deseo de novedad, escriba contra el empleo latina, ya sea en la enseñanza de las disciplinas sagradas más elevadas, ya sea en la celebración de los ritos sacros, y para que nadie, como consecuencia de un prejuicio, minimice o interprete mal la voluntad de la SANTA APOSTÓLICA en esta materia.

Al leer estas líneas nos preguntamos: ¿qué “preconciliar retrógrado” pudo haberlo escrito? Como el estilo es pontifical se nos ocurre que acaso sea obra de SAN GREGORIO VII, INOCENCIO III, de BONIFACIO VIII, de algún otro Papa medieval. Pero al fijarnos en la firma, aparece la de JUAN PP. XXIII y el texto pertenece a la Carta Apostólica “Veterum Sapientia”, del 22 de febrero de 1962.

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero nº 110 Cordubensis
Instituto Eremita Urbanus

VOLVER a la portada de IEU

Los pobres


El año 1934 llegaba a su término. En la tarde del 9 de octubre entraba en el puerto de Buenos Aires el Conte Grande. El pasaje más ilustre era el CARDENAL EUGENIO PACELLI, que más tarde sería el Papa PÍO XII. Venía representando al Papa PÍO XI. Entre los pasajeros figuraba un humilde sacerdote, rústico en apariencia, que se proponía dar impulso a sus incipientes obras en la Argentina. Era DON ORIONE. Todo el pasaje venía en calidad de peregrinos al XXXII CONGRESO EUCARÍSTICO INTERNACIONAL, que iba a desarrollarse en los parques de Palermo, de la ciudad de Buenos Aires, del 10 al 14 de octubre de 1934. Los que hemos vivido estas jornadas no las podremos olvidar jamás. DON ORIONE lo llamaba: “Milagroso Congreso Eucarístico”. Para que ustedes tengan una idea de la majestuosidad de ese Congreso Eucarístico, les diré que 100.000 niños, todos con guardapolvo blanco, tomaron su Primera Comunión. Uno de los actos más impresionantes fue la Comunión de los hombres. La procesión partió de la Plaza del Congreso, tomó por la Avda. de Mayo rumbo a la Plaza de Mayo. La intención era que todos escucháramos misa y comulgáramos en tor a la Pirámide de Mayo. No fue posible. La Plaza de Mayo estaba repleta. La mayoría debió quedarse fuera de la Plaza.

Bien, para abreviar, de ese estupendo triunfo de Cristo y de su Iglesia, había que dejar un monumento. En esto coincidían todos. Donde hubo varias opiniones fue cuando se trataba establecer cuál había de ser ese monumento. DON ORIONE decía: “Un monumento viviente”. Y ese monumento viviente consistía en fundar una obra de cristiana caridad donde LOS POBRES más desvalidos tuvieran casa, pan, abrigo y cariño. Y ese monumento se levantó y se llamó PEQUEÑP COTTOLENGO ARGENTINO. No habían pasado tres meses de aquel inolvidable Congreso Eucarístico, cuando DON ORIONE escribía a sus amigos y benefactores del Cottolengo de Genova: “Con la aprobación y bendición del Nuncio Apostólico y del Arzobispo de Buenos Aires, he comenzado a trabajar en el Cottolengo Argentino, porque aquí también hay POBRES infelices. ¡Y hay, hay, hay, muchos! Unos son ancianos, otros niños abandonados; hay mujeres crónicas, hay mujeres enfermas. Días pasados me rogaron que aceptará en nombre de la Divina Providencia a un joven sordomudo de 26 de años, y no sé si aceptar a él, o a su única hermana, que es tuberculosa. Un caso piadosísimo”. Dice luego en la misma carta: “La mano de la Santísima Virgen va maternalmente extendiendo también aquí las tiendas de la Divina Providencia. Y ese Dios que de las piedras ha suscitado hijos de Abraham, está preparando para los nuevos tiempos, nuevas misericordias; me parece que su Sacratísimo Corazón formará de la nada un gran ejército o grande apostolado de la caridad, que colmará de amor los surcos del odio. ¡Qué bella y divina cosa es la Caridad! La Caridad es el mandamiento propio de Cristo; es la nota distintiva de sus discípulos; ella sola edifica y une en Cristo, y abraza a todas las naciones; ella sola es quien pondrá todo en su lugar y salvará al mundo”.

Jóvenes, cuando DON ORIONE escribía estas cosas yo era joven como lo son hoy ustedes. Yo también despotricaba contra las injusticias. A mí también me brotaban del interior esas ansias de hacer justicia por mis propias manos. Gracias a DON ORIONE comprendí que el Cottolengo nació a los pies del Congreso Eucarístico; que la Caridad salvará al mundo: que el SAGRADO CORAZÓN está preparando silenciosamente el gran ejército pacífico de la Caridad; que la Divina Providencia es que mantiene estas obras de misericordia; que la SANTÍSIMA VIRGEN nos cubre siempre con su amoroso manto materno. Comprendí, en fin, que solamente quien siente esa vocación, ese llamado especial de Dios, puede dedicar su vida entera a los POBRES MÁS POBRES. Pretender hablar de POBRES, de hacerlos amigos, de entretenerlos, de ayudarlos, sin hablar de DIOS, es política barata y tonta. No hagamos política. Amemos a DIOS sobe todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Padre Luis Smiriglio
De la Congregación de Don Orione

(Revista Roma, año VI, nº 27, Buenos Aires, verano 1972-1973, pagina 27-28, director: +ANDRES DE ASBOTH ).

Editó Gabriel Pautasso

VOLVER a la portada de IEU