domingo, 26 de agosto de 2012

*15 de Agosto: ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN*



En esta fiesta, que es la más antigua y más solemne de todo el Ciclo Marial, la Iglesia convida a todos sus hijos desparramados por el mundo a unirse en el mismo sentimiento de gozo (Inf.) y de agradecimiento a las alegrías y alabanzas de los Ángeles, que hoy en el cielo ensalzan al Hijo de Dios, porque su madre ha entrado allí en CUERPO y ALMA en este día (Alel. y Pref.).

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

El misterio de NAVIDAD, QUE ES EL PUNTO DE PARTIDA DE LAS GLORIAS TODAS DE LA VIRGEN, lo celebrábamos en la Basílica de SANTA MARÍA LA MAYOR, y en ellas se celebra también su ASUNCIÓN, que viene a ser como el remate de aquel. MARÍA recibió a JESÚS al entrar en este mundo, y ahora JESÚS recibe a MARÍA que entra en el cielo.

Admitida a gozar de las delicias de la contemplación eterna, MARÍA, al sentarse a las plantas del Maestro, ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada (Ev. Comp.). Por eso se leía antiguamente el Evangelio de la Vigilia a continuación del Evangelio del día, mostrando así cómo la Madre de CRISTO es la más dichosa de todas las criaturas, porque supo cual ninguna otra “escuchar la palabra de Dios”. Esa palabra, ese VERBO, esa divina Sabiduría que en la antigua Ley establece su mansión en el pueblo de Israel (Ep.), baja A LA NUEVA LEY a MARÍA. El VERBO se ha encarnado en el seno de la VIRGEN, y ahora la harta de las divinales delicias de la visión beatífica en los resplandores de la celestial SIÓN.  

CRISTO resucitó y subió a los cielos después de estar tres días escasos en el sepulcro. Así también la muerte de la Virgen MARÍA se pareció a un breve y placidísimo sueño. De ahí el nombre de DORMICIÓN que se le daba. Pero Dios la resucito y la glorificó en el Cielo, NO PERMITIENDO QUE LA CORRUPCIÓN se cebase en su cuerpo virginal. He aquí el triple objeto de la fiesta de la ASUNCIÓN que fluye como lógica consecuencia del privilegio de la CONCEPCIÓN INMACULADA y del MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN. (El día de ASUNCIÓN hubo siempre una procesión, y contribuyó no poco a establecerla aquélla que en JERUSALÉN solían formar los peregrinos que acudían a orar junto al SEPULCRO de la VIRGEN. Y lo mismo sea dicho de toda esta solemnidad).

No habiendo el pecado hecho jamás mella en el alma de MARÍA, convenía que su cuerpo, exento de toda mancha, y en el cual se había encarnado el divino VERBO, tampoco se viese sometido a la CORRUPCIÓN DEL SEPULCRO.  

Alegrémonos hoy todos en el SEÑOR (Int.), porque nuestra MADRE MARÍA ha subido a los cielos cortejada y vitoreada por los Ángeles y los Justos, que con vivas ansias esperaban su santo advenimiento. Además, su triunfo y su ASCENSIÓN son ya una prenda de nuestro triunfo y de nuestra subida a los cielos, porque natural parece que adonde está la Madre, allí vivan también los hijos. MARÍA es el primer grano que el divino Sembrador recogió en la tierra, para trasladarlo a las trojes del cielo. Los mismos Ángeles se pasmaron al ver a una criatura humana sublimada sobre todos ellos, y tan junta al REY DE LA GLORIA, que la colma de distinciones y singularísimas caricias.

*No eres más santo porque no eres más devoto de María.*
San Bernardo De Claraval

Pero ¿qué podemos decir nosotros en su alabanza, cuando todo lo que pueda expresar el lenguaje es insuficiente ante los merecimientos de la Virgen MARÍA?

Ordinariamente se atribuye a SAN BERNARDO aquella frase lapidaria y llena de contenido: De MARÍA NUNQUAM SATIS, es decir: por más que alabemos a la Virgen, nunca será lo bastante. (SAN BERNARDO, Las alabanzas de María y otros escritos escogidos, Edición preparada por fray Mª DAMIÁN YÁNEZ NEIRA. Presentación de Mons. RAFAEL PALMERO RAMOS. Editorial Ciudad Nueva (Focolarinos). Madrid, 1998, 198 pp.).

El Dogma de la Asunción no quedó definido si murió realmente la Santísima Virgen. Existía para entonces una discusión sobre este tema entre los Mariólogos y S. S. PÍO XII prefirió dejar definido lo que era importante: “que MARÍA subió a los Cielos gloriosa en cuerpo y alma”.

Afirma ANTONIO ROYO MARÍN O. P., LA Asunción gloriosa de MARÍA, después de su muerte y resurrección, reúne un apoyo inmensamente mayoritario entre los Mariólogos.

El testimonio de la Tradición – dice que sobre todo a partir del Siglo II – es abrumador a favor de la muerte de MARÍA.

La misma BULA MUNIFICENTISSIMUS DEUS de PÍO XII (sobre el Dogma de la Asunción), aunque no propone como dogma la muerte de MARÍA presenta este interesantísimo análisis sobre la muerte de MARÍA en la Tradición de la Iglesia: “Los fieles, siguiendo las enseñanzas y guía de sus pastores… no encontraron dificultad en admitir que MARÍA hubiese muerto como murió el Unigénito. Pero eso no les impidió creer y profesar abiertamente que su sagrado cuerpo no estuvo sujeto a la corrupción del sepulcro y que no fue reducido a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del verbo divino”. (PÍO XII, Bula Munificentissimus Deus, p. 7, cf. Doc. Nar. p. 801).

 El Padre JOAQUÍN CARDOSO S. J. edita en México en el año de la Declaración del Dogma un libro “La Asunción de MARÍA SANTÍSIMA”. Y nos refiere lo siguiente sobre la muerte de MARÍA en la Tradición:
“Hasta el Siglo IV no hay documento alguno escrito que hable de la creencia de la Iglesia, explícitamente, acerca de la Asunción de MARÍA. Sin embargo, cuando se comienza a escribir sobre ella, todos los autores siempre se refieren a una antigua tradición de los fieles sobre el asunto. Se hablaba ya en el Siglo II de la muerte de MARÍA, pero no se designaba con ese nombre de muerte, sino con el de tránsito, sueño o dormición, lo cual indica que la muerte de MARÍA no había sido como la de todos los demás hombres, sino que había tenido algo tenido algo de particular.

SAN JUAN DAMASCENO (+704), “Ciertamente, era necesario que se despojara de la carne mortal para revestirse de inmortalidad, puesto que el Señor de la naturaleza tampoco evitó la experiencia de la muerte. En efecto, Ella muere según la carne y con su muerte destruye la muerte, transforma la corrupción en incorruptibilidad y la muerte en fuente de resurrección”.

ROYO MARÍN O. P. dice: “Sin duda alguna, MARÍA hubiera renunciado de hecho a ese privilegio para parecerse en todo – hasta en la muerte y resurrección – a su Divino Hijo JESÚS”.

El Padre JOAQUÍN CARDOSO S. J. dice al respecto: “MARÍA Santísima nunca tuvo pecado, por el privilegio de Dios de su Inmaculado Concepción; por consiguiente, no estaba sujeta a la muerte, como no lo estaba JESUCRISTO; pero también Ella tomó sobre sí nuestro castigo, nuestra muerte”.

La muerte de MARÍA nos sirve de ejemplo y consuelo. MARÍA debió morir para enseñarnos a bien a morir y dulcificar con su ejemplo los supuestos terrores de la muerte. Los recibió con calma, con serenidad, sin más, con gozo, mostrándonos que no tiene nada de terrible la muerte para aquellos que en la vida han cumplido la Voluntad de Dios.

¿De qué murió MARÍA? “No parece que muriera de enfermedad, ni de vejez muy avanzada, ni por accidente violento (martirio), ni por ninguna otra causa que por el amor ardentísimo que consumía su corazón”.

SAN ALBERTO MAGNO decía “Creemos que murió sin dolor y de amor” y SAN FRANCISCO DE SALES, quien considera que la muerte de MARÍA se produjo como un ímpetu de amor, en el Tratado del Amor de Dios habla de una muerte “en el Amor, a causa del Amor y por Amor”. Tratado del Amor de Dios, Lib. 7, 12-14.

El predicador francés del Siglo XVI y XVII, BOSSUET, Obispo de MEAUX, quien en su Sermón Segundo sobre la Asunción de MARÍA, nos describe: “El amor profano es quejumbroso y está diciendo: languidezco y muero de amor. Pero no es sobre este fundamento en el que me baso para haceros ver que el amor puede dar la muerte. Quiero establecer esta verdad sobre una propiedad del Amor Divino. Digo, pues, que el Amor Divino, trae consigo un despojamiento y una soledad inmensa, que la naturaleza no es capaz de sobrellevar; una tal destrucción del hombre entero y un aniquilamiento tan profundo en nosotros mismos, que todos los sentidos son suspendidos. Porque es necesario desnudarse de todo para ir a DIOS, y que no haya nada que nos retenga. Y LA RAÍZ profunda de tal separación es esos tremendos celos de DIOS, que quiere estar solo en un alma, y no puede sufrir a nadie más que a Sí mismo, en un corazón que quiere amor. (AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS. SI ALGUNO AMA A SU PADRE O A SU MADRE O A SUS HERMANOS MÁS QUE A MÍ, NO ES DIGNO DE MÍ).
Ya podemos comprender esta soledad inmensa que pide un DIOS celoso. Quiere que se destruya, que se aniquile todo lo que no es Él.  Y, sin embargo, se oculta y no da a ninguno un punto de donde asirlo materialmente, de tal modo que el alma, desprendida por una parte de todo, y por otra, no encontrando aquí el medio de poseer a Dios efectivamente, cae en debilidades y desfallecimientos inconcebibles. Y cuando el amor llega a su perfección, el desfallecimiento llega hasta la muerte, y el rigor hasta perder la vida”.
…Digo, pues, que el alma, desprendida de todo anhelo de lo superfluo, es impulsada y atraída hacia Dios con una fuerza infinita, y es esto lo que le da la muerte; porque, de un lado, se arranca de todos los objetos sensibles, y por oteo, el objeto que busca es una inaccesible aquí, que no puede alcanzarlo. No lo ve sino por la fe, es decir: no lo ve; no lo abraza, sino en medio de sombras y como a través de las nubes, es decir, que no tiene de dónde asirlo. Y el amor frustrado se vuelve contra sí mismo y se hace a sí mismo insoportable”.
Yo he querido daros alguna idea del amor de la Santísima Virgen durante los días de su verdadero destierro y la cautividad de su vida mortal.  NO, NO; los Serafines mismos no pueden entender, ni dignamente explicar, con qué fuerza era atraída MARÍA a su Buen Amado, ni con qué violencia sufría su corazón en esta separación. Si jamás hubo algún alma tan penetrada de la Cruz y de este espíritu de destrucción santa, fue la VIRGEN MARÍA. Ella estaba, pues, siempre muriendo, siempre llamando a su Bien Amado con su anhelo mortal”.
…VIVÍA, sin embargo, porque esa era la determinación de Dios, para que fuese conforme con JESUCRISTO su Hijo crucificado por el martirio insoportable de una larga vida, tan penosa para Ella, como necesaria  para la Iglesia. Pero como el Divino Amor reinaba en su corazón sin ningún obstáculo, iba de día en día aumentándose sin cesar por el ejercicio, creciendo y desarrollándose por sí mismo, de modo que al fin llegó a tal perfección, que la tierra yo no era capaz de contenerla. Así, no fue otra causa de la muerte de MARÍA que la vivacidad de su amor”.  Y esta alma santa y bienaventurada atrae consigo a su cuerpo a una resurrección anticipada. Porque, aunque Dios ha señalado un término común a la resurrección de todos los muertos, hay razones particulares que le obligan a avanzar ese término a favor de la VIRGEN MARÍA”. (BOSSUET, citado por el Padre JOAQUÍN CARDOZO S. J.  en “La Asunción de MARÍA SANTÍSIMA)”.  

*QUIÉN PODRÁ EXPLICAR LA ASUNCIÓN DE MARÍA?*


¿Quién podrá imaginar la gloria que envuelve hoy a la Reina del mundo, y con cuánto afecto de devoción saldrían a recibir todas las legiones celestes; con qué cánticos sería acompañada hasta tu trono glorioso, con qué rostro tan sereno, con que divinos abrazos  sería recibida por el Hijo y ensalzada sobre toda criatura con el honor que merecía la Madre tan excelsa, con aquella gloria propia de tal Hijo? ¡Dichosos, sobre toda ponderación, los besos que la Madre le imprimía con sus labios cuando mamaba y cuando le acariciaba en su regazo virginal! Pero ¿acaso no serían mucho más inefables aún los que recibió hoy ella de la boca del que está sentado a la derecha del Padre, cuando ascendió al trono de la gloria, cantando aquel epitalamio nupcial y diciendo: Que me bese con el beso de su boca? (Ct I, 1). ¿Quién podrá explicar la generación de CRISTO y la ASUNCIÓN DE MARÍA? PORQUE CUANTO MAYOR GRACIA MERECIÓ ALCANZAR EN LA TIERRA SOBRE LAS DEMÁS CRIATURAS, TANTO MÁS GLORIA SINGULAR RECIBE EN LOS CIELOS. 
…MAÑANA VOLVEREMOS A REUNIRNOS TAMBIÉN PARA COMPARTIR GENEROSAMENTE LO QUE NOS CONCEDA DE LO ALTO, PARA QUE EL RECUERDO DE TAN EXCELSA VIRGEN NO SÓLO EXCITE LA DEVOCIÓN, SINO TAMBIÉN NOS IMPULSE A UNA CONTINUA CONVERSIÓN, PARA ALABANZA Y GLORIA DE SU HIJO, NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, QUE ES DIOS BENDITO SOBRE TODAS LAS COSAS POR TODOS LOS SIGLOS”. (Rm, 9, 5).  


DIARIO PAMPERO Cordubensis Nº 380
INSTITUTO EREMITA URBANUS
Córdoba de la Nueva Andalucía, 9 de agosto del Año del Señor de 2010. Fiesta SAN JUAN MARÍA VIANNEY, CURA DE ARS, PRESBÍTERO Y CONFESOR. ¡Oh tipo acabado de Pastor de Almas! Sopla el Pampero. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Gratias agamus Domino Deo nostro! gspp. *


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